nadie nos detuvo bajo la lozanía del mar apacible.
Suave brisa acarició nuestros rostros, y nos dejamos llevar,
que importó el frío amanecer, si nuestra pasión nos pidió más.
Dicen que antes de la tormenta viene el silencio,
pero nuestros corazones nunca callaron.
Y a pesar de la tierra haberse helado,
de nuestros corazones haber marchitado.
Ver la tempestad junto a ti valió la pena
y pasaría por mil penurias por todas las eras
si he de estar a tu lado para ver la próxima caer,
amarte, protegerte y llorarte hasta perecer.
Porque aunque seas rosa de mil espinas,
todo lo que hemos vivido no lo olvidaré,
fin de mil horizontes, compositora de cien llantos,
Obradora de mi lujuria y cosechadora de nuestro amor.
Fiel amante y compañera
Mujer al final y al cabo, como ninguna otra...
no lo olvides.