jueves, 26 de febrero de 2009

Echo

Ella no podía ser mía, de ninguna manera podía serlo. Algunos dirán; “!Pero si ya lo fue!” y que con eso uno debería contentarse, con haberla tenido una vez, haberla perdido pero quedado con los recuerdos, pero en realidad ¿qué son los recuerdos? -> El retorno del pasado que se refleja en ideas vagas en nuestra mente, como una película mal proyectada concientemente por nuestro deseo de ese pasado. No suena como algo muy lindo entonces el recuerdo de algo que no podemos tener, ¿cierto?
Ella a veces recordaba también, a veces me rememoraba y me deseaba una vez más a su lado como un fiel compañero, tal cual fue en el pasado recordado. Pero ella solo proyectaba esas imágenes algunas veces, no como yo por el contrario.
Entonces no quedaba otra solución más que seguir adelante o seguir dando lástima como un perro patético a la espera de que abran la puerta de la casa. Ese seguir adelante a la fuerza nunca es provechoso, claro que no. Por el contrario, se recuerda con más frecuencia a medida que pasa el tiempo y con mayor intensidad en las vagas imágenes. Pasan a ser más que ideas abstractas atrapadas en la mente, llegan a ser dolores físicos y muestras húmedas al mundo de lo que añoramos.
Ella sabía todo esto, pero cada vez le importaba menos y a mi también por lo demás. Cada vez estaba yo mas dispuesto a seguir adelante fuera como fuera. Era el alcohol, los cigarros, la lectura, las mujeres, las mujeres, las mujeres. Era todo para olvidarla, pero ¿serviría de algo? No pasaban ni dos semanas de estar bien (Ya no te necesito, ya no te recuerdo, ya no te quiero, ahora quiero a otra) para volver a estar mal (cuanto te necesito, te recuerdo mucho, te quiero demasiado y sin ti no hay vida). Vaivén de niño pequeño con juguete que va y viene.
No se puede estar así mucho tiempo, no es lo correcto, otras salen dañadas. Yo mismo me destruyo con esto, ¿pero cuál es la solución? Si a ella cada vez le importa menos y a mi también por lo demás.

Pueden pasar semanas y meses, pero luego de mucho divagar creí haberlo superado definitivamente, eras ya sólo un eco lejano. Una piedra cayendo en una cueva donde no había nadie atado tras una hoguera. Un árbol que ronca en el bosque desabitado donde no hay quien haga existir el sonido. Pero un eco se llama así por algo, vuelve, revuelve, rerevuelve, rerevuelvevuelve y otra vez, así es.
Aunque sea ínfimo, aunque sea minúsculo e insignificante como el alfiler que cae sobre el pecho, pero de pie. Se va expandiendo otra vez y lo sientes, ahí justo el alfiler punzando contra tu pecho desnudo queriendo entrar, ahí esta el eco otra vez.

Cuando el dolor se vuelve temblor, pavor y finalmente disturbio tranquilo, la aceptación te invade y aprendes a convivir con él como un viejo amigo. Aprendes a pretender sonrisas, todo esta bien señores, aquí el futuro abogado esta feliz y de fiesta, de fiesta en fiesta. No seré escritor pero todo está bien, yo soy una persona feliz.
Tal vez una última visita al colegio antes de entrar como hombre feliz al ambiente universitario, sí sí, suena muy bien.
Todas son sonrisas aquí también, hay mucha felicidad en este establecimiento, jóvenes con sonrisas verdaderas por montón, ¿o no? Pues de entre ellos distingo una sonrisa algo diferente, más tímida pero con gran futuro, sonrisa pepsodent de grandes dientes bajo gran cabeza de rulos, con tes blanca y manos recostadas una sobre otra, sin nada más que decir, porque es tímida la niña, es muy tímida. Como un viejo eco.

Es imposible hablarle, ¿qué le diré? Sí tú eres, tú eres la escogida. Contigo la reemplazaré, un viejo eco por un sonido nuevo, ¿es eso correcto? ¿Pero si no es eso lo que has estado haciendo por meses? sólo que esta vez encontraste la nota perfecta para reemplazar el si bemol que nadie más pudo imitar.
Es tan sólo una niña pequeña, inocente, no merece transformarse en el reemplazo de un eco viejo y roído. Aprende a morir solo con ello, convive sólo con la rememoración del eco.
Pero si era tan linda, tan linda, tan inocente y tímida como ella alguna vez fue. Pero sendero que se ha de mirar hacia atrás, nunca más se ha de pisar. Lámina repetida no completa el álbum, viejo hit no hace bailar, chicle mascado pierde sabor, zapato usado huele mal, lápiz gastado no escribe, etc etc…
El eco ha tatuado todo lo que he sido, todo lo que soy y quizás todo lo que seré, porque sé que algún día ella tendrá una vida hermosa y se transformará en una estrella en el cielo de algún otro afortunado, pero por qué, por qué, ¿por qué no puede ser en mi cielo?

No, no, no digas nada. Ya sé la respuesta, es tan obvio ya, ya cada vez me importa menos por lo demás, a pesar de que nosotros, nosotros, de que nosotros pertenezcamos juntos, debamos estar juntos.
Ya cada vez me importa menos por lo demás, ya suena como un viejo y débil eco que tan sólo escuche de frente este día, un mal día. Pero mañana ya todo estará mejor, pues el viejo eco hoy fuerte, mañana se escuchará otra vez como el lejano pasado que caprichosamente sólo algunas veces vuelve.





Echo es una película de hitchcock, si vieron psicosis esta les gustará también, aunque es algo más romanticona, pero igual de siniestra y rara.

martes, 17 de febrero de 2009

Una noche en Rosario

Soy tan solo uno más,
Uno de los tantos que te ha mirado,
Que ha soñado besarte,
Que te lo ha pedido…

Soy tan solo uno más,
Uno de los tantos que admiraron tu piel caliza,
Que has tomado o rechazado,
Que ha disfrutado o resignado.

Soy tan solo uno más,
De esos que te buscan,
Que te han llamado preciosa,
Que lo han pensado, que eres la más preciosa.

Soy tan solo uno más,
De esos que guardan un recuerdo,
Que piensan volverán a verte
Y tú sentirás lo mismo que susurraste al oído.
De esos que al cerrar los ojos rememoran
Que admirar tu cuerpo es perderse en la oscuridad de tu noche,
Que con sus dedos rozar tus brazos es la felicidad,
Tu sonrisa un pétalo de otoño,
Tu voz el estruendo de la naturaleza.
De los pocos que saben que esos labios
Suaves de chocolate son el portal a la eternidad.
Con ellos cierro los ojos y entro en la inconciencia,
Donde ya nada ni nadie importa,
Sólo tú y yo
Una noche en Rosario
Que no lo pensamos más,
Sólo tú y yo, unos días
Y las mejores vacaciones que nadie
Me haya podido regalar.

Un beso infinito en la memoria
Y un futuro incierto donde sólo tú sabes
Dónde vamos a llegar.


O dónde vamos a terminar...

jueves, 12 de febrero de 2009

La cuna del tiempo

El tiempo… Debo confesar mi tema preferido cuando es tocado por la filosofía, poesía, narrativa e incluso los ensayos. Podré decir con seguridad que quienes mejor han tratado el tema para mi criterio son personajes como Heiddeger, Sartre, Platón, Mallarmé, pero me quedó por sobre todos ellos con Borges, quizás porque el ha unido todos los cabos sueltos de la poesía, la narrativa y filosofía (incluso matemática, tema tan olvidado por los humanistas) dando respuestas cabales a acertijos y paradojas de cientos de siglos.
Aunque muchas de las interrogantes que el mismo Borges ha dejado para la mente abierta de la especulación son de los temas que me gustaría tratar, porque son tan fascinantes mientras no los
entiendes que cuando al fin llegas a concebirlos ya han escapado de ti, no puedes seguirles el trote y es cuando debes volver al inicio de la página para releer, tu mente es la que no está adaptada para concebir el tiempo como una entidad más que abstracta, es algo que escapa a la mente pues en sí es la dimensión que contiene a todas las demás.
Entonces fue cuando Borges dijo abiertamente; “¿No sería interesante una historia que tratara sobre la circularidad del tiempo, su eternidad repetida como en un círculo de cierto periodo, digamos 360 grados que equivaldrían a cientos miles de años, como el Big Bang que al dejar de expandir nuestras fronteras se contrajera a un punto infinito que contuviera todos los demás puntos existentes (lo llamó Aleph Borges), luego de contraerse se expendería otra vez y la historia del universo se repetiría otra vez. ¿Acaso lo entienden? Napoleón ya intentó conquistar Rusia infinitas veces antes en otros universos o el mismo
universo en realidad, sin poder recordarlo, no recuerda haber fracasado y así tampoco Hitler recuerda su fracaso en la incursión a Rusia ni ambos lo harán en el próximo universo del ciclo repetitivo eterno”
Sería este universo que se repite como en un círculo una y otra vez algo así como el presentado por el mundo oriental hindú, pero aún más complicado y enredoso, pues dónde quedaría el libre albedrío, ¿nuestras acciones ya fueron hechas y serán repetidas sin que podamos cambiarlas? O el sólo hecho de intentar actuar diferente ya estaba preescrito de antes.
De Quincy intentó una historia del universo que se repetía pero más compacta, no por eso menos compleja y Borges el mismo maestro optó por una historia donde el tiempo se bifurcaba (el sendero del jardín que se bifurca) donde una acción de un hombre crea un universo diferente al resultado de una acción diferente, entraríamos el tema de los universos reales de nuestras acciones (universo tangente) y el in tangente de nuestra mente en especulaciones de cómo sería el tiempo ahora si hubiéramos hecho algo diferente en el pasado (Para entender mejor esto ver películas como “Donnie Darko”, “El efecto
mariposa” y “eterno resplandor de una mente sin recuerdos”) Pero una historia tal cual la quería Borges que yo sepa no está sobre la faz de este mundo con su incompleta biblioteca de babilonia…

Un interesante proyecto, largo que inicié a los 13 años sin saber que coincidiría con el requisito del maestro. El jardín bifurcado se une otra vez, aunque la tarea es ardua, algún día debo terminarla ¿cierto?

lunes, 9 de febrero de 2009

Lisonja

"eres la persona más inteligente e interesante con la que he chateado alguna vez y lejos la más inteligente con la que he hablado de mi edad..."












No importa quién lo dijo ni a quién se lo dijeron, sólo importa el saber que algunas palabras valen oro. A veces destruyen, pero algunas veces crean y emocionan.
No importa saber el nombre de quién las dijo repito (así que no se revele) y no diré a quienes fueron dichas, digo que sólo importa lo bonito que sonó o se leyó mejor dicho y quería ponerlo aquí, nada más que eso.

:)

miércoles, 4 de febrero de 2009

Desde la otra colina

Para Noelia, que quizás disfrute de este relato.


Cuando era pequeño y salíamos a vacacionar con mi familia, siempre lo hacíamos al sur, arriba de nuestro viejo pero reconfortante Subaru Legacy. Cabíamos todos con mucho espacio de sobra e incluso las cosas iban cómodas. Íbamos acampando de región en región, a mí desde la séptima en adelante me parecían todas sacadas como de cuentos, con esos frondosos bosques ideados por Tolkien, con mitología e historias que parecían sacadas de la mente de Lovecraft y personas muy cariñosas y atentas como las creadas por Bárbara Wood.
Recuerdo una noche en especial, acampando en Valdivia. Recuerdo muy bien esa noche porque el lugar me fue inolvidable; estaba el camping en sus inicios a la entrada de un bosque valdiviano, al estilo de esos nórdicos de las leyendas bárbaras. Pero al ir entrando en los terrenos del camping uno se daba cuenta de que el centro de éste estaba en las faldas de un cerro, y si uno lo ameritaba podía acampar subiendo el cerro en el lugar que uno le pareciese más cómodo.
Mi padre siempre tan romántico como yo para sus cosas, quería acampar sí o sí en la cima del cerro o al menos lo más cerca posible de la cima, yo por supuesto avalé la idea de inmediato, no tanto mi madre por comodidad y mi hermana por miedo. La voluntad de los hombres fue mayor y casi llegamos a lo más alto del cerro para acampar si no hubiera sido por mi madre que ya se quejaba mucho (había que subir a pie con las cosas, no había caminos para subir con el auto las cosas, por lo que este se quedaba abajo al cuidado de trabajadores del camping).
Era ya de noche cuando entramos en el camping, por lo que después de pagar, estacionar y caminar hacia arriba entramos en la noche profunda y misteriosa regalada por estas regiones australes.
Una vez que terminamos de armar la carpa no nos sentimos cansados ni con ganas de dormir, a excepción de mi madre que se acostó inmediatamente. Así que nos sentamos los demás alrededor de una de las mesas instaladas en todo el cerro para los visitantes, ya sentados pedimos a nuestro padre que relatara alguna de sus historias famosas, la que ya tanto nos habían fascinado otras noches, tanto o más que las contadas por los autóctonos de los lugares donde nos quedábamos.

Esa noche mi padre parecía estarse quedando sin ideas, pues miraba mucho al cielo, buscándolo en realidad entre la gran frondosidad sobre nuestras cabezas. Apenas se podían vislumbrar las estrellas y el oscuro cielo entre las ramas de los inmensos árboles, pero al horizonte todo era más claro, al menos hacia el frente y entre los árboles era más nítido lo que se podía vislumbrar.
Ahí fue cuando nos dimos cuenta que por la parte trasera del cerro, visible desde donde estábamos, había una gran laguna, muy oscura y estática, al modo del lago “todos los santos”. Al medio de esta gran laguna había un mástil sobresaliendo. En ese momento a mi padre se le ocurrió una idea, relatarnos la historia del gran terremoto que hubo en Valdivia en los años sesenta, seguramente el mástil era de algún barco que estaba en la laguna en esos años, el terremoto que desembocó un maremoto en al ciudad debió haber dejado sus estragos en este lugar también y haber
hundido ese barco.
La historia nos pareció interesante, pero queríamos algo más, aún era temprano para mi hermana y yo, no estábamos tan impresionados y esa noche necesitábamos más.
Entonces fue cuando todos al unísono vimos más allá de la laguna muchos cerros más levantándose de la tierra como queriendo volar. Mi padre y nosotros nos dimos cuenta de que en esos cerros debía haber otros campings con otros turistas en la misma situación que nosotros, imaginando historias, quizás mirando el mismo mástil y seguramente luego fijándose en este mismo cerro al otro lado de la laguna, con gente que seguramente estaría en la misma situación que ellos, imaginando historias, quizás mirando el mismo mástil y seguramente luego fijándose en su cerro que desde el otro lado estarían en la misma situación y así hasta el infinito y más allá.
No fue necesario que alcanzáramos a mirarnos o decirnos algo pues estábamos muy absortos observando a los otros turistas en el otro cerro (aunque por la distancia y la noche apenas veíamos los cerros y sus árboles) cuando de repente vimos un pequeño punto rojo prenderse desde la distancia.
El punto parecía una estrella a punto de morir desde la lejanía, vibraba y temblaba cada cierto tiempo, esto me ponía muy nervioso pues no quería que nuestra estrella muriera antes de dilucidar qué era en realidad.
Mi padre dijo que si se prendían dos más de esas, el tercero debía morir. Nos pusimos muy alegres con mi hermana, porque sabíamos la estrella le había recordado alguna historia a mi padre, ea ea, por la introducción que tuvo seguramente una muy buena que nos dejaría satisfechos por esa noche.
Mi padre nos dijo que…
“Mi padre, o sea, su abuelo niños, sirvió en el ejército en los momentos de tensión entre Chile y argentina. Aquí en el sur estuvo retenido a principio de los ochenta con su batallón en la frontera con los trasandinos. Los dos ejércitos estaban muy cerca el uno del otro y el inició de la contienda era cosa de todos los días, muchas veces su abuelo me recordaba que variadas noches pasaron sin dormir por la preocupación de un ataque sorpresa, al otro día tanto las tropas chilenas como argentinas estaban ausentes por tomar siesta todo el día, pues el sueño no se lo podían ni los comandantes.
Día a día, semana tras semana ambas tropas intentaban pasar el tiempo y no aburrirse, los argentinos mateando y los chilenos con su café. Jugando cartas y a la pelota.
Lo que más recuerdo fue su abuelo siendo explícito en la regla general de fumar sólo de día, para todos los batallones de ambos países. La explicación de esta regla me dejó atónito en su momento; lo que pasaba era que ambos ejércitos se encontraban acampando uno no muy lejos del otro, algunas tropas (como las de mi abuelo) estaban asentadas en la subida de un cerro cuidando a las tropas de abajo, especialmente la tropa de mi padre tenía la prohibición de fumar de noche. La razón era que un cigarro prendido deja un destello con su fuego que puede ser visto a kilómetros de distancia en la noche, de día al contrario no. Un cigarro prendido en la noche deja un destello rojizo que puede ser detectado a grandes distancias incluso por el soldado más ciego y despistado de un ejército gallego. Por eso las tropas, especialmente las de asentadas en la altura tenían la prohibición de fumar en la noche, pues tanto argentinos como chilenos habían oídos historias de guerras europeas, leyendo libros o escuchando viejos relatos que tanto emocionaban a los jóvenes soldados que soñaban encontrarse luchando en Waterloo, Leningrado o Varsovia. Por el momento histórico vivido las historias que más disfrutaban los soldados de ambos bandos eran las llegadas de la segunda guerra mundial, donde de las muchas costumbres de le guerra llegó la más apetecida del “tercero cigarro, el del muerto”
Esta decía que durante la noche batallones enemigos acampando uno no muy lejos del otro, podían ver ciertas noches como desde la frontera enemiga soldados despistados iban prendiendo uno a uno cigarros, estos delataban la posición de un soldado enemigo a la distancia y daban la oportunidad a un buen tirador de dar justo en el pecho del fumador, quizás en la cabeza. Por supuesto al principio entre franceses y alemanes todo fue matar y matar como animales, pero luego de un tiempo como a todos nos pasa, las cosas sencillas no fueron suficientes y surgió la tradición de esperar que un soldado prendiera tranquilo su cigarro, luego que un segundo soldado hiciera lo mismo para fulminar al tercero que encendiera seguramente un Eckstein o en caso contrario un Gauloises. Así tanto dentro de los batallones europeos como ahora en los nuestros ha surgido la tradición no sólo de no fumar de noche, sino además nunca encender tres cigarros seguidos uno tras otro, aunque no se esté en guerra y estuviéramos por ejemplo de vacaciones. La superstición es muy fuerte y uno nunca sabe que tipo de loco esté mirando. Por ejemplo si ese cigarro ahí al frente en la colina se transformara en un segundo y después en un tercero quizás algún loco de esta colina desenfrenado o ebrio podría utilizar su arma contra alguno de los fumadores, claro si conociese la historia que ya es leyenda”.
Cuando mi padre terminó su relato nos quedamos estáticos mirando la luz proveniente de un cigarro que nos llegaba desde el otro cerro, como esperando que se encendieran dos cigarros más y alguien cumpliera con la ley de la guerra, pero no pasó nada más.
Luego al otro día partimos más al sur, la historia de ese viaje es larga y no viene al caso, por lo que diré; al volver a Santiago pasaron muchos años y hasta el día de hoy no hemos vuelto al sur de camping, es una lástima pues extraño mucho esos viajes con sus experiencias.

Ahora que recuerdo esa historia mientras fumo un cigarro desde mi ventana en el segundo piso de mi casa, me doy cuenta de que esta noche está tan oscura y misteriosa como aquella memorable valdiviana. Ahora que vivo en Padre Hurtado (zona rural de Santiago) tengo alrededor de mi casa muchos árboles y cerros al frente (claro árboles no tan frondosos y altos como los sureños y cerros no tan cercanos ni imponentes como los australes)
Miró el cielo estrellado y pienso que una noche como esta encontré mi carro entre esparcidas luces perdidas en la negrura, miró directamente al cerro y espantado veo como una luz rojiza toma vida a la distancia, casi en la cima del cerro. Me digo que es imposible, esos cerros son desolados y no hay vivienda posible que esté cercana, si hubiera alguien en esos cerros sería un grupo de jóvenes que llegaron en automóvil o a pie creo para acampar, podría decir que no conocen la leyenda de la guerra y la noche sin cigarros pues no habrían prendido siquiera uno en una noche como esta, ¡pero que digo! Maldita sea si yo mismo he prendido un cigarro desde mi ventana y desde el cerro al otro lado, a la distancia se debe ver mi luz rojiza.
Pronto veo como la luz se mueve lado a lado, como si el fumador con su mano hiciera el movimiento de un péndulo invertido y el brillo del cigarro fuera una especie de señal para comunicarse con alguien, en una de esas conmigo… Empiezo entonces yo también a mover mi cigarro en forma de respuesta y maravilla; él, ella, ellos o ellas se detuvieron, el cigarro dejó de moverse por lo que yo también me detuve, entonces la luz rojiza siguió moviéndose y yo pasmado me di cuenta de que mantenía algún tipo de comunicación con alguien.
Mi cigarro estaba por consumirse y la luz rojiza empezó a moverse rápidamente, como zigzagueando, luego en línea “recta” y al final en círculo, se me ocurría el fumador estaba huyendo o corriendo de algo, pero claro sólo es una idea loca que se me viene a la cabeza. Luego la luz se detuvo y ante el destello se interponía una negrura, luego al luz y luego la oscuridad, mi mente me decía que algo no estaba bien, pero ¿qué podía hacer yo a la distancia? La comunicación parecía vaga e in entendible. Ahora que lo pienso más, la luz y sus interrupciones podrían haber sido código Morse, con una mano se sostenía el cigarro y con la otra se interrumpía la luz para dar algún tipo de mensaje, pero yo nunca he sabido Morse así que no podría saber si en realidad era ese lenguaje o algo más pasaba.
Luego de unos segundos la luz se levantó y cayó estrepitosamente al suelo, se apagó y yo apagué a la vez mi cigarro, algo definitivamente extraño estaba ocurriendo y yo no quería que los involucrados siguieran viendo mi luz.
Me mantuve ahí esperando que la luz volviera a prenderse, pero no lo hizo nunca más en la noche. Hasta el día de hoy he querido saber que pasó aquella noche en el cerro, mis teorías policíacas no me convencen o intento no convencerme pues sería atroz.
Confieso que ahora no me atrevo a fumar desde mi ventana, rompo el código de los cigarros y la noche en otros lugares cuando estoy acompañado, pero ya nunca más en mi pieza, definitivamente ya nunca más solo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Mi mejor enemiga

A usted señorita le tengo sentimientos encontrados, puede ser la mujer, persona en realidad que más he odiado, pero dejando de lados los encontrones y en frentones por cierta damita, creo hay cariño (cariño, ¿palabra adecuada?), al menos un tipo de afecto pues eres muy especial.
Pero señorita no le negaré que la he injuriado, calumniado y defecado verbalmente hasta más no poder, pero seguramente usted a mí también, de hecho es así por lo que he leído. Pero nada de eso importa, somos de vez en cuando rivales, enemigos si nos odiamos y ciertos días amigos de confianza que rabean juntos, pasan las penas y se cuentas intimidades.
Tal vez te odio tanto porque has sido la única que le ha dado a cierta damita lo que yo una vez le di, eres la única verdadera competencia, dejando de lado todo debo admitir que te envidio ciertos días, pues eres algo más como yo fui antes y seguramente si nos parecemos en cierto sentido es en nuestra capacidad para perdonarnos, dejar de lado nuestras diferencias y disfrutar de buenas conversaciones cuando los días son calmos.
Señorita en otro universo, en otro tiempo hubiéramos sido grandes amigos, porque en este mundo y con estos tiempos quizás podamos amistar, quizás podamos querernos pero creo siempre habrá una espina entre nosotros, y es la espina esa del dolor pasado, los celos y peleas que tanto nos dañaron. Pero señorita, ¡si tú!, a ti te hablo, de todas formas pretendo aprender a quererte como si nunca hubiera compartido contigo a cierta damita, ¿porque sabes algo?
Eres una gran persona, tenerte como amiga es un deleite, aún más que tenerte como enemiga.
Te prometo que seguiré pelando contigo o rabiando, porque es inevitable. Te juro que no te querré tanto como a otras amigas y te re contra prometo que tu tampoco me sentirás tan cercano ni querido como otras y otros tuyos. Pero si tengo fe que algo cercano a la amistad verdadera podremos forjar, a eso pretendo llegar con mi mejor enemiga.
Si de todas formas indirectamente hemos probados nuestras bocas, probemos también nuestro corazones y pretendamos que nos queremos, juguemos a ser amigos e imaginemos que nadie más está con nosotros cuando conversamos.
Aún cuando me digas que ella besa muy bien, al menos sé y ella también que como yo nadie besa (Perdona el comentario, nada que ver con todo lo demás, pero tenía ganas de decirlo…)
¿Mejores enemigos?
Por siempre.

Simetría Tío-Sobrino

Tío: Uno cuando es joven no sabe lo que hace, la mayoría de nuestros actos son torpes, pues los hacemos sin la experiencia de haberlos cometido antes, así que caemos y caemos, así muchas veces, hasta que pasa mucho tiempo y al final podemos volver la cabeza al pasado y sentirnos avergonzados por todas las estupideces. Se es como un niño chico jugando a ser grande, lamentablemente para cuando nos damos cuenta ya hemos perdido lo que más queríamos.

Sobrino: Su historia es muy parecida a la mía, quizás aún peor, digo, para usted debió ser más difícil, las cosas se complicaron mucho más. Pero dejando de lado muchas cosas son prácticamente las mismas historias, los mismos sucesos…

Tío: El mismo dolor, pero para tu bien espero no los mismos tiempos.

Sobrino: ¿Cómo eso?

Tío: Quince años me tomó superarlo completamente, claro después de cada año, uno tras otro las cosas se iban dilatando y todo iba siendo como un sueño lejano que cada vez estaba más superado, porque aún después de diez años desde el fin despertar soñando con ella no es algo agradable. Por eso ahora por fin puedo hablar contigo y contarte como fue para mí, porque al fin lo he superado. Por eso digo también que espero, para ti no sean quince años.

Sobrino: ¿Ahora puede verla a los ojos y sentirse bien?

Tío: Claro, la última vez que la vi sentí eso, que todo estaba superado y ella era nada más que un fantasma en mi pasado. Creo para ella no fue así, lo pude ver en sus ojos, en su abrazo largo y en su despedida como deseando más. Me dio mucha pena todo eso, pues recordé como era para mí cuando le daba a ella esos signos de cariño y ella no me correspondía, aunque creo ella nunca sintió lástima por mí como yo por ella ahora, o al menos eso creo.

Sobrino: Pero ustedes compartieron más que yo con Antonia, como fue que no pudieron salir adelante, nunca he entendido eso.

Tío: Deja que te lo relate.
Al principio todo fue color de rosa, mucho amor y mucha felicidad.

Sobrino: Para mi igual.

Tío: Estuvimos así muchos meses, pero como te digo uno es niño chico, no sabe dominar esas emociones demasiado grandes. Empezaron las peleas por cualquier cosa. Yo me colocaba celoso por cualquier motivo, ella era inocente todas las veces, aún así no podía evitar molestarme cuando salía con sus amigos, cuando si quiera tenía amigos. Una vez me enojé por semanas porque salió con sus amigas en vez de conmigo. Todas esas cosas son celos obsesivos de un niño que no sabe qué es lo que quiere, si yo la hubiera amado de verdad hubiera respetado su espacio como ella hacía al principio con el mío.

Sobrino: Me pasaba lo mismo, a veces parecía reflexionar sobre el tema, encontrarle la razón a ella y quería cambiar. Pero los celos, la rabia y el deseo de posesión eran más grandes.

Tío: Uno siente la ira, la rabia y los celos mezclándose por tu cuerpo.

Sobrino: Subiendo desde tus pies a tu estómago.

Tío: Se contraen todos tus músculos, sientes que no puedes respirara pues tu garganta deja de funcionar, el calor invade tu cabeza y la picazón comienza por todo tu cuerpo. La rabia, es esa rabia fuera de lo normal que te domina.

Sobrino: Si la tuvieras frente a ti en ese momento y estando en ese estado…

Tío: Serías capaz de matarla, porque no te quiere a ti, solamente a ti. Cómo se atreve a tener más amigas y amigos, como se atreve a pensar engañarte, cuando seguramente nunca lo pensó.

Sobrino: Es la enfermedad de la cabeza, es una enfermedad que no le deseo a nadie. Mi padre una vez me dijo cuando la padeció; “Prefiero morir de cáncer, que me torturen y me quiten lo más preciado, pero cuando es tu cabeza quien te acecha no puedes comer, no puedes dormir, no puedes pensar en nada más que la venganza, el control absoluto. Es lo peor que le puede pasar a un hombre, y a la mujer que esté con él en esos momentos.”

Tío: Tal vez nuestra familia esta maldita, por nuestra sangre corre esa enfermedad pues todos parecen padecerla. Algunos más, otros menos.

Sobrino: ¿Qué pasó luego con ella?

Tío: Empezamos a terminar y volver, una y otra vez. Para cuando llevábamos dos años, habíamos terminado y vuelto más de cien veces, sin exagerar…

Sobrino: Sé como es eso.

Tío: Todo era motivo para terminar: ¿lo miraste a él?, en las fiestas sólo debes bailar conmigo, no quiero que tengas más secretos con tus amigas pues debes contármelo todo, etc…
Así la relación se hizo enfermiza, un desagrado completo y seguir con esa farsa…

Sobrino: Era innecesario…

Tío: Pero aún así uno quería seguir…

Sobrino: Con esa farsa.

Tío: Menos ellas, ellas maduran antes y si en algún momento compartieron nuestros celos obsesivos y la manía de controlar sólo fue por compartir mucho tiempo con nosotros, pero ellas lo superan antes. Se dan cuenta a tiempo de que eso no puede seguir mucho más de esa forma, por eso ellas son las que siempre terminan y uno el que las convence de volver, siempre y siempre.

Sobrino: ¿Cuánto duraron en total?

Tío: Dos años seguidos, uno separados y finalmente dos años más juntos. De esos cinco años creo sólo dos fueron de felicidad.
Nunca la engañé.

Sobrino: Yo tampoco.

Tío: Creo que ella tampoco a mí.

Sobrino: Creo lo mismo.

Tío: Pero el fin era inevitable, ya no éramos los mismos que al comenzar, éramos para los veinte años dos completos desconocidos. Pero cuando al fin terminamos para no volver más, fue cuando ella y yo más cambiamos.

Sobrino: ¿Cómo fue terminar con ella?

Tío: Lo peor para mí, al principio me creí libre de hacer lo que yo quisiese con quien se me ocurriese, pero no fue así. Poco tiempo después de terminar sentí que ella me faltaba mucho, que no era nada sin ella y volví a buscarla.
Para cuando volví a pedirle que volviera conmigo ya era demasiado tarde, no quería nada conmigo, ella si estaba disfrutando su libertad y a mí me dolía mucho.
Aún estando con ella, muchas veces no salía Andrea a ningún lado, pero yo de vez en cuando lo hacía de todas formas con mis amigos y viví muchas cosas que Andrea sólo estaba experimentando ahora que ya no estaba conmigo.
Lo intenté todo, pedir, rogar, arrastrar. Regalos, obsequios, canciones, videos y muchas más, pero nada resultaba, ella estaba cegada en no volver conmigo y sabes algo. Yo tampoco hubiera vuelto conmigo.

Sobrino: Lo mismo sentía yo.

Tío: ¿Quién hubiera vuelto con nosotros? Tipos lastimeros que lloraban todo el día, sólo les hacíamos escenas de celos, no les dábamos más que peleas y dolores de cabeza. Ya no éramos los niños de quienes se habían enamorado (pues nunca fuimos hombres), ahora éramos algo peor, amenazadores, obsesivos, peleadores, casi locos que no las dejaban en paz y les arruinábamos su vida en sus mejores momentos.

Sobrino: Con nuestras preguntas; ¿Te gusta alguien?, ¿Has besado a alguien más? Porque después de tanto tiempo yo no lo he hecho con nadie.

Tío: Nos encargamos de hacer que aborrecieran el tiempo que compartían con nosotros, en vez de preocuparnos que les encantara estar a nuestro lado, de esa forma ellas mismas nos hubieran pedido volver, pero no fue así. Sólo hicimos que amaran más el tiempo que pasaban con sus amigas y amigos, que se fijaran en otras personas porque nosotros éramos insoportables.

Sobrino: No nos aguantábamos ni nosotros.

Tío: Destruíamos poco a poco lo que quedaba de cariño de ellas hacia nosotros.

Sobrino: Pero hubo un tiempo en que volvieron, lo recuerdo.

Tío: Yo también.

Sobrino: Cuando nos fuimos…

Tío: Yo a Rancagua.

Sobrino: Yo antes de eso.

Tío: Cuando comencé a ir a Rancagua conocí a tu tía. Bueno desde que la vi supe que la quería para mí, aunque fuera para olvidar a Andrea, pues por fin admití que nunca volveríamos y quería dejar de sufrir.
Tu tía era en verdad una mujer bella, no fue fácil conquistarla. Aunque su hermano (mi mejor amigo que me llevaba a Rancagua) me ayudaba y eso facilitó las cosas. Le habló muy bien de mí, que era un caballero diferente a todos los hombres y esas cosas que ellas quieren oír.

Sobrino: ¿Cuánto tiempo pasó?

Tío: Yo ya tenía más de veinte, estaba trabajando y prácticamente todos los fines de semana iba para Rancagua con el hermano de tu tía. Ya no pensaba mucho en Andrea, aunque la seguía amando creo. Me seguí enterando de que Andrea se metía con tal y tal tipo, de que le gustaba tal y tal persona y todo eso me destruía poco a poco. Lloraba mucho cada vez que me llegaba un nuevo rumor y esas cosas. Pero con el tiempo fue descendiendo esa sensación, aunque la seguía amando.
Estando con ella era diferente, con tu tía, cada vez pensaba menos en Andrea y cada vez se me hacía más importante conquistarla.

Sobrino: A mi me pasó lo mismo muchas veces con varias mujeres, las idealizaba en realidad, yo las transformaba en la ideal para reemplazar a Antonia, pero después de un tiempo me decepcionaba una tras otra, las llegaba a odiar por no cumplir su misión. Inconcientemente las borraba una a una y luego de una semana no quería saber nada de ellas, creo que contando bien, me pasó unas diez veces.

Tío: A mi también, pero no con tu tía, no. Ella fue diferente, quizás fue el mucho tiempo que me tomó conquistarla, varios meses. Pero ella perduró en el tiempo, no me desilusioné tan fácilmente, quizás por eso pololeamos tanto tiempo, fuimos muy felices.

Sobrino: Hasta que…

Tío: Andrea apareció en mi vida una vez más. Yo ya llevaba meses pololeando con tu tía, las cosas son algo diferente en las relaciones a esa edad, tu tía me ganaba por nueve años y yo tenía veinte y uno para ese tiempo, lo que me tomó más tiempo con Andrea vino casi con inercia con tu tía.

Sobrino: ¿Andrea quería volver?

Tío: Claro, cuando me lo dijo la quería matar, había esperado tanto tiempo por eso. Hace más de un año, en realidad casi dos años que no me decía “te amo”, y fue mucho más que eso. Dijo que era el hombre de su vida, que si tenía que luchar por mí lo haría con todas sus fuerzas, me esperaría de ser necesario, pero ella debía estar conmigo.
El odio por decirme eso ahora que yo ya estaba tan feliz con tu tía pasó poco a poco, pues abrí los ojos y vi que ante mía tenía la mujer que quizás seguía amando diciéndome lo que siempre quise escuchar.

Sobrino: Es lo que aún yo espero por escuchar. Pero no creo en mi caso suceda lo mismo, Antonia nunca más me lo dirá.

Tío: Uno nunca sabe.

Sobrino: ¿Qué hiciste cuando ella te dijo eso?

Tío: Lo mismo que harás tú cuando te lo digan de la misma forma.

Sobrino: ¿Desechar la poca dignidad que aún nos quedaría?

Tío: Exacto. Le dije que hablaría con tu tía, que terminaría con ella apenas pudiese y volveríamos a ser tan felices como nunca antes. Yo estaba seguro de eso, yo había madurado, ella había madurado y sólo nos quedaba el amor del pasado más reforzado, nada podía salir mal esta vez…

Sobrino: ¿o si?

Tío: Cuando viaje a Rancagua ese fin de semana para hablar con tu tía vino la debacle. Perdón no debería usar esa palabra, en realidad ahora que lo veo fue una de las mejores cosas que me pudo pasar, ahora que lo veo desde el futuro y veo el fruto maduro. Pero en ese momento sentí que me iba a morir, que no tenía por qué seguir viviendo.
Tu tía me dijo ese fin de semana, antes de que yo pudiese confesarle mi situación con Andrea, que estaba esperando un bebe mío. Podrás imaginarte mi rostro en ese momento.

Sobrino: Si me pasara eso creo entraría en desesperación, no podría articular casi ninguna palabra y lo peor sería…

Tío y Sobrino: Contarle lo del bebe a Antonia/Andrea.

Tío: Mi rostro estaba blanco, mis piernas temblaban. Lo único que pude decirle a tu tía fue que estuviera tranquila, aunque nada en mí le daba esa tranquilidad pues mi renta no era para sustentar una familia, era yo más joven que ella y mi estado físico no mostraba pasividad.
Le pedí además que no contara nada en su casa, yo iría a Santiago, le contaría a mis padres y volvería con todo arreglado allá en casa para hablar con sus padres, como ya sabes padres muy religiosos que incluso tienen una iglesia en su casa.

Sobrino: No me quiero imaginar a Antonia recibiendo una noticia así de mi parte.

Tío: No lo hagas. Cuando estuve otra vez en casa lo primero que hice fue hablar con mis padres. No quiero entrar en detalles, mi madre se quería morir y mi padre siempre tan inexpresivo. Lo importante fue cuando me tocó ir a hablar con Andrea.
Cuando llamé a su casa y me vio, salió corriendo desesperada, creía que yo iba a decirle que todo estaba listo y podíamos volver. Me abrazó y me beso, cuando no le correspondí el beso intuyó que algo no andaba bien y me preguntó que era.
Se lo confesé todo rápido pues se me hizo más fácil.

Sobrino: ¿Cómo reaccionó?

Tío: Tal como lo pensaba, me golpeó, se lanzó contra mí como una fiera, llorando y gritando, me golpeaba más y más, me preguntaba una y otra vez como había sido capaz de involucrarme con otra mujer y quería volver con ella además. Fue el peor momento de mi vida, nunca la había visto así.

Sobrino: ¿Qué pasó luego?

Tío: Volví a mi casa y mi madre seguía llorando, yo sabía que el curso del futuro ya estaba manchado, yo iba a casarme con tu tía. De no haberlo hecho de esa forma a ella la habrían expulsado de su casa, yo habría perdido contacto con mi bebe y no podía permitirme escapar de los problemas de esa forma, si yo había decidido tener relaciones con tu tía ahora debía cuidar de ella y del fruto de nuestro acto.

Sobrino: ¿Mi tía nunca supo de todo esto?

Tío: Claro que no y nunca lo sabrá, se moriría si supiera que todo empezó de esa forma.
Luego de todo eso volví a Rancagua y hablé con mis suegros, al confesarles todo me querían matar, algo se calmaron cuando dije que era mi intención casarme con su hija y no abandonar mi bebe.
Luego volví a Santiago y preparamos todo aquí con mi familia, el matrimonio en el civil, el de la iglesia se haría en Rancagua y etc.
El día que vino para el matrimonio en el civil fue una gran conmoción ver que Andrea estaba afuera esperándome. Nadie más la conocía, ni si quiera tu tía así que fue fácil ir a hablar con ella disimuladamente si que nadie notara algo extraño.

Sobrino: Seguramente lo que te dijo sumado a su presencia ahí ese día para ella tan doloroso, debió haber sido de las cosas más románticas que jamás a nadie le han ocurrido.

Tío: En efecto todo parecía sacado de una película. Andrea me dijo que no me casara, que yo no amaba a esa mujer y que esta relación forzada sólo terminaría por dañar más a ese hijo, lo mejor era cancelar todo, que yo mantuviera monetaria y afectivamente a ese bebe pero estuviera con ella, me perdonaba todo pero debía yo estar con ella.

Sobrino: Yo no hubiera podido rechazar a Antonia si hubiera venido así hacia mí, ella nunca ha hecho algo tan romántico por mí.

Tío: Andrea se jugó todo ese día, fue muy doloroso tener que rechazarla, ¿pero qué más podía hacer? Estaba todo ya listo y yo debía afrontar el resultado de mis actos.

Sobrino: ¿Ella se fue?

Tío: Llorando se fue como nunca vi a nadie llorar, mi corazón estaba roto.
Cuando al fin volví al registro civil, ese que esta frente al templo en Maipú. Mi madre estaba esperándome, me dijo que había visto a Andrea y que no permitiría que yo me casara. Ya me lo había dicho muchas veces antes, que ella no apoyaba que yo estuviera con una mujer tan mayor, que yo amaba a Andrea y ella lo sabía. Tu abuela me dijo que me protegería de todo si decidía no casarme, pues ese matrimonio sólo me traería problemas después.

Sobrino: ¿Qué hizo?

Tío: Fui un hombre, entré al registró y me casé con la madre de mi futura hija.
Todo después fue confuso y extraño, perdí contacto con Andrea por años, yo la seguía amando claro, pero nunca pude aclarar las cosas bien con ella, de hecho hasta el día de hoy no he podido.

Sobrino: ¿Pero no me dijo que se la había encontrado muchas veces en la calle y otros lugares?

Tío: Claro que sí, pero nunca hemos hablado, siempre son saludos fríos o muy efusivos, algunas lágrimas que se asoman por las mejillas, pero eso es todo. Nunca hemos hablado más de cinco minutos, claro sé que está casada y tiene hijos, pero nada de eso me afecta como si me lo hubieran vaticinado cuando era un adolescente.

Sobrino: Creo comprenderlo, aunque ya sé que nunca volveré con Antonia, si me asegurarán que ella está destinada a casarse con otro hombre y tener hijos con él (cosa que de todas formas es muy obvia) creo terminaría destruido.

Tío: Hasta el día de hoy no me arrepiento de mi decisión, claro en su momento fue muy difícil aceptar que sería padre, pero hasta el día de hoy el regalo más lindo que he recibido es mi hija, la amo como nada en el mundo y no podría imaginarme mi universo sin ella.

Sobrino: Fue una decisión madura la que tomó en su momento, yo no podría haber sido tan recto y correcto como usted.

Tío: Sí, fue duro haber hecho lo que hice, peor si hubiera sido de otra forma mi relación con mi hija no sería la misma, mi vida no sería la misma entonces, pues mi hija es lo más importante cada día y cada segundo.

Sobrino: ¿Ya no piensa en Andrea?

Tío: Como te dije ya no, me tomó quince años pero ya puedo verla y hablarle como si nada. Por lo mismo te dije, espero tu historia no sea igual a mí, o no termine igual a la mía, pues parecida o casi igual ya es. Pero trata de cambiar su fin, olvida esa mujer ahora o recupérala de una vez por todas, pues no quiero verte como yo por años prendado de un sueño, es lo peor que le puede pasar a un hombre.

Sobrino: Ojala todo fuera tan fácil, me gustaría borrarla más que recuperarla, me ha hecho mucho daño y no quiero pensar en estar con ella, de todas formas es inevitable.

Tío: Sea como sea, cuidado cuando vallas a Rancagua, pues es otro mundo con muchas nuevas oportunidades que lo vuelven loco a uno.
Además después de escuchar tu historia detenidamente, creo les pasa lo mismo que a mi y a Andrea nos sucedió; hay amor, pero la testarudez, todo el daño y demás cosas no les permiten perdonar y olvidar, ¿deben esperar acaso que un episodio difícil como el mío los ataque para que se den cuenta que deben estar juntos?

Sobrino: Si usted y Andrea no terminaron juntos tal vez yo tampoco deba terminar con Antonia, pues por mucho que la ame, es la mujer que más daño me ha hecho, no quiero decir que no me merezca, diré que no nos merecemos. No nos merecemos más dolor, lo mejor para mí es olvidar todo de una vez.

Tío: Ojala puedas, y ella también.

Sobrino: Sé que así será… espero.