viernes, 30 de abril de 2010

en la libreta

No quisiera tener que decírtelo tantas veces pero… Me gusta, me gusta, me gusta, gusta gusta gusta que me ignores de manera tan deliciosa.

Es tan curioso esto de la atracción. Hoy vi subirse a mi microbús al menos unas veinte chicas de las que pude haberme enamorado en tan poco tiempo, “que me prestarán sólo un poco de su atención” (eterno resplandor de una mente sin recuerdos) hubiera sido suficientes para darles todo lo que hay en mí. Todas eran muy bellas, claro que sí, ¿pero es eso suficiente para volver loco a un hombre? Cada una tenía cualidades especiales y mientras iban desfilando una tras otra me fui dando cuenta que iba encontrando una más bella que la otra. Cuando modeló la número veinte, ya no soportaba las ganas de lanzarme a recitarles poemas a todas ellas, una a una, ahí justo en medio de la micro. Hubieran pensado que era yo un loco, quizás de locos es no haberlo hecho.

¿Contigo las emociones y sensaciones serán algo parecidas o no?
Yo solía ser seguro de mis limitaciones, solía saber hasta donde podía llegar mi miedo. El problema es que tú no eres una chica más dentro de un microbús, las ganas de recitarte, bailarte, gritarte justo en medio de la calle no se me pasan tan rápido, de hecho son bastante persistentes las malditas ganas.
¿Debería zamarrearte para que sintieras algo?
Golpearte con teclas de piano en tu cabecita, hacerte trenzas con papelillos de cigarrillos, cantarte desafinadamente mientras bailo sin ritmo un tango, todas esas cosas estúpidas pienso, tú seguramente pensarás alguna otra idea más cuerda sobre cómo debe ser nuestra relación.

Es algo mejor que lo nuestro sea así, tan nada…
“Retardando el placer” (vanilla sky) de tenerte es como puedo escribir cosas que tanto disfruto, quizás tú no, pero gracias a tu indiferencia tan deliciosa es como me regocijo de estro entre mis sábanas antes de dormir. Tomo mi libreta negra junto a mi almohada y con un lápiz mina número dos voy fraseando, entre mis dedos se escurre una electricidad nacida de tu presencia en mi mente, una presencia que no me deja dormir, una vez que te he vertido en mi libretita ya puedo descansar, intentar reposar más en paz.
Escondida entre líneas, tapiada en tintes negros te dejo dormitar junto a mí.

Soy la mitad de lo que podría ser junto a ti, la mitad de lo que podrías pedir a cualquier hombre. Soy la mitad de una mitad inspirada.
Soy sólo una mitad hasta que te tengo dormida junto a mí, es entonces que me siento más pleno, aunque sea en blanco y negro que deba imaginarte, con tu cara enfadada y una voz apagada diciéndome…

BASTA!

miércoles, 28 de abril de 2010

Desierto

Es tan simple, o al menos así suena, desvanecerse con el viento, fluir por el mundo sin rumbo, siendo arrastrado como un éter junto a miles de piedrecitas amarillas, siendo arrastrado sin sentido hacia el horizonte, así imaginaba su vida de ahora en adelante el marino.
Sus manos ya nunca pasarían frío otra vez, su piel ya no estaría constantemente arrugada ni sus ojos vidriosos por la sal, la lluvia, el barlovento, su recuerdo…
Claro que él extrañaría la mar, siempre había sido su amante y compañera, la amiga más cercana y vieja que rememoraba. Siendo tan poco social como lo designaban sus estrellas, no podía ahora más que detestarlas, tenerles un resentimiento y a la vez una auto culpa por no haber luchado con lo que las luces perpetuas habían querido para su vida.
Agradecía haber podido aprender a tocar guitarra en su juventud, tantas noches largas y lluviosas había estado ya no tan solo, porque su guitarra hablaba con él, entre esas cuerdas el marino mantenía una conversación amena con alguna mujer imaginaria que le prometía besos y cariños.

Viajando ahora por el desierto, queriendo ser viento y rumor de rocas, sentía como la arena se iba introduciendo entre sus mocasines viejos y agujereados. Con una guitarra de cuerdas oxidadas por la lluvia y una cantimplora con agua algo salada por los restos de la brisa marina, iba el marino navegando a su manera, dejando fluir su alma hacia el confín de una búsqueda que podría parecer algo absurda.
A momentos prefería pensar que todo era una ilusión, luego volvía a creer que era posible, ¿pero cómo?

Un viejo bardo perdido en un bosque femenino le habló de la leyenda al marino: ¿Conquistar a una mujer? fácil dijo el bardo… ¿Indomable como una tormenta? ¿Impredecible como un cometa? Complicas la cosa, pero aún así la empresa no es imposible volvió a hablar el bardo.
¿No conoces nada de romance? ¿De las penas y alegrías de una mujer? Entonces debes tomar un curso, escuchar a maestros del pasado sufrir y reír por ellas, por las mujeres.
En un viejo y sabio desierto hay una biblioteca, alta hasta casi rozar el cosmos, en ella se ha depositado todo lo escrito por el hombre, es ahí donde debes buscar palabras de antaño recitadas para las “imposibles”, ahí podrías encontrar lo que necesitas.

Como una locura sonaba, se repetía el marino. Pero si de verdad lograba encontrar esa biblioteca no tendría que extrañar más la mar, porque podría tenerla para él por siempre, hablarle en su idioma ronco y profundo. Podría abandonar la idea de querer ser viento y fluir aciago, eso ya lo hacía normalmente como hombre.
Aprender a entenderla, aprender a recitar… aprender a superar los designios de lo incomprendido.

Quería recitarte versos tan bellos, auténticos hijos de un atardecer. El marinero quería pescar del mar de la inspiración la palabra precisa para hablarle. Mas, no tenía tantas letras en su corazón, ni conocía mucho de poesía.
Así que fue en búsqueda de los grandes maestros de la historia, los verdaderos dueños del sentimiento expresado.
Aunque tardara toda una vida, encontraría la línea exacta, el verso adecuado o el significado perfecto para cantarle a esa morena.
Si debía buscar a esa mujer ya siendo viejo y encontrándose medio muerto, con un libro de tapas enmohecidas, lo haría. Si dentro de ese libro oceánico estaba la línea buscada, la palabra que nadara como pez entre las demás llevando consigo una carga de poesía, una carga que calzara con lo furtivo de su presencia…

Ho!, juró que lo haría.

_Inscripción en piedra, del bardo que recibió una tarde otoñal al marino en su casa, en ese bosque que todos anhelan, ese bosque femenino de frondosidad sonora.

lunes, 26 de abril de 2010

Pérdido

Me siento perdido, por eso debo estar huyendo. Desde que vi a aquella mágica mujer ya no he podido navegar, la lujuria del mar me carcome el sueño, las estrellas me ciegan y la lluvia que me bañaba sobre las aguas me parece una ironía insoportable.

¿Pero hasta el fin del mundo he de huir? ¿Perdido?

Ahora me adentro en las fauces de un bosque, su profundidad me parece el escondite perfecto para perderme a mi mismo.
Su oscuridad me ocultará la visión de las estrellas, la lluvia me rozará apenas y si la luna osara buscarme, me tapiaré con hojas secas.

El bosque ama a otro tipo de hombres, mi presencia no la aturdirá ni despertará de su sacro sueño. Apenas pedir prestada alguna de sus cunas para yacer me atrevería.
Pero el suelo se humedece, sin que tormenta se avecine ni ninfas me lacren.

¿De dónde viene esa verde lactancia?
¿Será que eres dueña del mundo morena?
¿Y ahora él siempre me hablará de tu existencia?

¿Cuántas llaves astrales manejará ella para encontrarme?
Lástima me doy, cuanto desearía que ella me persiguiera por el cosmos, eso ansío yo. Mas lo cierto, es que su vista no me necesita.
Es el cosmos el que la desea como yo, ambos la esperamos.

¿La cruel broma?
El mundo y su techo estelar me pueden cantar sobre la mágica mujer.
¿Yo a ellos?
No les hago cosquillas con mis lamentos.

Bosque profundo, es ti me oculto.

domingo, 25 de abril de 2010

Confortable

El marinero era un hombre tosco, vulgar y avejentado. A pesar de sólo tener 24 años; el duro trabajo, las horas extenuantes, la lejanía de la tierra y la brisa salada le habían carcomido su juventud, haciendo de su piel una página perdida en un libro de tintes amarillos.

Después de cada larga jornada, que comenzaba al amanecer y terminaba en el crepúsculo, buscaba conforte en el bar del pueblo, un lugar de olores variados y pintura monocromática. Una residencia del conformismo y la aceptación de la vida difícil, ahí iban a recaer todos los criminales de Ocksfird, o al menos así lo sentía el marinero. Todos ellos eran cazadores en búsqueda de víctimas en el mar.

Esa noche de cansancio, no era en particular muy diferente a tantas otras que había tenido, la misma casucha con sus vidrios multicolores, paredes grises y velas de pirata sobre el dintel de la puerta, dando poca luz, casi acrecentando las penas y dolores de todos los visitantes.

Siempre eran hombres, con escamas respirando por ellos, con un vaso de vino entre sus dedos, tratando de matar el frío que los corroía, porque el frío del mar te persigue hasta tu lecho.

Esa noche, esa noche en especial ella cruzó bajo las velas dejando una estela de perfume, todos voltearon raudamente, no era frecuente que una mujer soltera o casada fuera a ese lugar. Quizás alguna esposa cansada de esperar al marido en casa pensaron algunos, tal vez una hija haciendo el pedido de la madre, traer el padre borracho al hogar para que este no fuera una vez más a la mar desbocado y desnudo. Pero nadie calculó la simple posibilidad de que una mujer podía tener penas también, problemas, de vez en cuando ellas también podrían necesitar un vaso de vino escurriendo entre sus dedos.

El marino hipnotizado vio como esa suave morena tomaba asiento no lejos de él y pedía algo que nadie más pedía, nunca: un vaso de ron.

Su piel reflejaba el calor de la suave luz, y a pesar de ser extrañamente hermosa, su rostro mostraba una angustia, un desgano y desconcierto que le daba un toque especial a sus movimientos, haciéndola más extraña, más hermosa pensaba Saúl.

Pensó en acercarse, conversar, ver qué la atormentaba, preguntarle por sus problemas y consolarla. No era lujuria se decía Saúl, claro él era un hombre solitario, siempre trabajando en el mar, con éste tan azul bajo él y el cielo rojo en la lejanía, se imaginaba a una mujer (a veces no tan bella como esa morena) junto a él en el bote, la llevaría hacia el horizonte y juntos se abrazarían, mientras las estrellas sobre ellos los saludaran y fundieran un nuevo mar de plata.
La lujuria era algo que se apoderaba de él efectivamente en esos desvaríos, pero esto era diferente. Saúl ahora algo menos soñador, sólo quería consolar a la morena.

¿Pero qué podría él decirle a ella? ¿Cómo podría consolarla, entenderla?

El marinero no comprendía lo que era tener una conversación con mujer alguna, conquistarla, consolarla, todas esas acciones lo superaban. Menos hablar de romanticismo, y si alguna “bonita frase” se ha escapado en este documento seguramente no salió de sus pensamientos, sería tan sólo el narrador votando el vino de su copa y su sentir sobre este relato, que no le compete tanto a él, como al marinero.

Si este tonto narrador pudiera susurrarle palabras al marinero, pudiera decirle exactamente lo que debiera decirle a la morena, podría este asunto haber tenido otro final.
Unos pocos segundos, que los consejos entraran como un bramido de sal proveniente de las olas a sus oídos, de escasos segundos la plegaría. Podría Saúl haber confortado en una nube de estrellas a la morena, pero eso sería demasiado fantástico.

El marinero compungido tomó su chaleco, miró furtivamente a la mujer que no podría olvidar más y salió veloz del bar. Sabía que esa noche no regresaría a su cabaña a orillas del mar, esa noche la pasaría en el bote viajando hacia ningún lugar, buscando respuestas y consejos que no le llegarían…

Sobre palabras dulces de conforte lunar para la morena.

jueves, 22 de abril de 2010

Electricidad

Señores del sol,
Empleados lunares,
Humanos desterrados
De la realidad.

Jardineros del desierto,
De cinco colores sus rosas,
Con raíces eternas cargadas
De luz y de muerte.

Cinco raíces bajo el tallo,
Autopista de estrellas,
Fluorescencia de vida;
Peligrosa, anaranjada, infinita.


Rosas rojas:
De pétalos crepusculares.

Rosas azules:
con fragancia de mar.
Rosas negras:
De tallos nocturnos.

Rosas blancas:
con sonrisa de plata.
Rosas verdes:
Con alma de tierra,
La comunicación con la naturaleza.

Largo viaje
Para florecer plenas
Sobre sus manos
De trabajadores estelares.

Con sus trajes espaciales
Van con cuidado
Sobre otro planeta,
Donde nadie los ve.

Con sus trajes son
Artesanos, son más
Que uno solo…
Herreros de la floresta.

Aman la luz
Y temen la muerte,
Eluden espinas
Y tallan pistilos.

Un día les toma
El trabajo, luego
Se quitan sus trajes
Y bañados de sal
Bajan a mirar sus cometas.
Cansados buscan sus casas,
Con manos luminosas
Tantean a sus esposas,
Recuestan su cabeza
Sobre la almohada
Para soñar con planetas
Y luciérnagas aladas.

lunes, 19 de abril de 2010

Vintersorg y ...

Otra vez el amigo de la semana será Vintersorg y su tema “Doept i en joekelsjoe”. Como casi siempre su letra en sueco casi indescifrable, y a pesar de haber conseguido la traducción al inglés, me pareció mejor cambiar la letra otra vez, ya que sentía tenía algo que decir sobre esa música tan genial.
Sólo una voz, no hay respuesta hombre-mujer. ¿Por qué en inglés?
Porque hay cosas más fáciles de pensar, sentir, soltar y cantar en otro idioma
:)



¿De dónde vienes florido abedul?
Del fondo de la tierra, con raíces de ataúd.
I hear the wind singing so deep, with a voice of cold,
It will be the embrace of your leaves, like the dirt of mud

Con pasión te clamo desde abril,
estro doloroso, como otoño vivo estelar,
fuego y celos, bebo de una vid,
imaginando tus labios para besar.
¿Qué me podrías decir? Con tu vos de lira,
que tú a mi no me quieres,
that's what sing your tongue,
que sobre ti me hable cada brisa
As the last whisper of your love.

Entre tus hojas una cuna meces para él,
de tus cabellos caen cometas amarillos
y espero sepa apreciar todo lo que yo anhelé,
espero sepa cantarte canciones al oído.
Porque cada línea de tu floresta es un poema
y el frío que te invade me suena a canto,
un canto de cántaro de abril
que trepida junto a la lluvia, junto a su cuna…

Lilium just want to swim so free
she's not interested in being my support, like a tree,
With love, I would be the water of your lands
Crossing every rut of your hands.
una ventisca desde mi pecho grita
while you close your eyes and your arms,
un beso en mis labios por ti se agita
as by wind, In the desert the sand.

Dame frutos congelados Galé,
dame semillas muertas de anís,
quiero sentir cada surco en tu corteza de papel,
entre tus hojas ver un renovado fuego de abril.
Between the clouds a star greets you
rocking for you a life, making to you a poem,
canciones escritas con luz,
canciones que van y vienen, como una posibilidad

viernes, 9 de abril de 2010

Lilium Linaen Gall

14/04/2010

Recientes estudios publicados por el profesor Conrad, dan cuenta de una nueva y exótica flor descubierta hace no muchas semanas en una isla perdida en el océano pacífico.
El profesor se encontraba en busca de fósiles (la que es su especialidad) cuando según relatos extraoficiales y preliminares, tropezó con lo que en pocas palabras, casi naturalmente, sólo pudo definir como la flor más bella vista jamás.
Al principio el profesor Conrad pensó podría tratarse de un extraño tipo de flor no muy abundante, en extremidad cara y difícil de cultivar en otros ambientes. Aún así quiso intentar llevar muestras de la misma a su esposa y familiares como regalo, disecada o en resina sería un excelente adorno en cualquier hogar. Pero más tarde cuando en la tranquilidad de su laboratorio intentó recabar más información sobre su hallazgo, se dio cuenta que las características de su flor no eran muy frecuentes y no cabía dentro de ninguna familia existente por alguna u otra razón; o parecía tener uno que otro color sobrante, una que otra armonía extraña y un olor indescriptible que traía paz y tranquilidad.
El profesor cuenta como ante su asombro se mostró incompetente, así que mando un mail a un colega y amigo suyo más especializado en el tema, con esta y otra ayuda prestada por más especialistas se llegó a la conclusión de que “la flor de Conrad” era un espécimen único y nuevo, nunca antes vista por otros hombres o al menos sin documentación de esto.
Hasta el momento no se ha logrado filtrar ninguna foto sobre el extraño hallazgo, pero relatos no oficiales dan cuenta de una pequeña flor de diez hojas verdes, sobre las cuales se encuentran sesenta y cuatro pistilos tricolores; carmesí, blancos y violetas. Treinta y dos pistilos formando un círculo sobre otros treinta y dos en otra hilera. Ahora (y esto es lo extraño), desde el centro de la flor surge una extremidad que se eleva formando un pentágono, bajo cuya silueta el polen de los pistilos forma un pentágono en una proporción áurea sin igual.
Más información no se ha recabado y estamos a la espera de nuevas noticias sobre la extraña flor, que por cierto ya tiene nombre: Lilium Linaen Gall.







27/08/2010

Cómo describir lo mucho que ha cambiado mi vida desde que encontré aquella preciosa perdida en un abismo de soledad. Cómo empezar si quiera, para intentar, aunque sea en una misión absurda, hacerlos entrar en mi mente, en mis sensaciones desde que la vi erguida con orgullo ante el mundo, sin saber que en verdad había un mundo esperándola, más allá del abismo, más allá del azul profundo. Habían ojos que morirían por verla florecer.
Cuando comencé los estudios sobre Lilium, pensé que más allá de una simple distracción de colores, alguna otra propiedad debía tener esta estrella fluorescente, esta luz de agua.
Cada día dormía menos, era un olor atrayente el que me atrapaba cada mañana, cada tarde, cada anochecer en un abismo azulado. Era un éxtasis y un clamor de dulzura sentir mis dedos frotar cada pistilo, cada simetría dentro de su fulgor colorido. Cómo hacerlos entender mi pasión por algo único, yo fui en verdad el primer hombre que vio esta flor en una primavera eterna, y si alguno otro lo hizo antes, sólo yo he vivido para documentarlo.
Muchos me preguntaban la razón del nombre, de dónde había surgido aquella extraña combinación. Yo no tenía alguna razón clara, como todo conmigo acerca de ella, era una sinrazón sabroso.
Un día a fines de mayo nos informaron que nos marcharíamos de la isla, definitivamente no habríamos de encontrar los fósiles que buscábamos, así que nosotros partiríamos mientras otro equipo especializado llegaba para examinar “la flor de Conrad”.
Claro yo no podía permitir eso, en sueños tuve delirios, una extraña dama vestida de vida tricolor me imploraba conmiseración, ella era sólo mía y yo de ella.
Colegas míos intentaron advertirme de lo extraños que se sentían cerca de mi flor: “Quizás la flor tenía propiedades alucinógenas” decían, y tantas otras estupideces.
Mi flor, tan bella y única ¿podría acaso ser peligrosa como decían los otros? ¿Podría hacerme algún daño? Seguramente no, no por decisión propia. La pobre se sentía amenazada, eso sería, yo debía protegerla, nadie más la examinaría, era mía, ¡mía!
Doce de junio, tome los implementos y guiado por un perfume de otro mundo seguí los pasos de un destino trazado por fuerzas superiores, por una pasión que yo no controlaba. Hice arder la isla, quemé cada espécimen de mi flor. Las llamas consumieron todo cuanto yo amaba, pero era mejor así, yo estaba protegiendo algo vedado a los ojos comunes, era mi Lilium, dulce Lilium Gall.
Claro huí aquella misma noche, claro que conservé al menos una flor conmigo, la original.
Habría de acompañarme en mi viaje como fugitivo, o al menos ese era el plan.

Ella fue cambiando, su olor fue cambiando, ya nunca será el mismo pienso. La acercó a mí y expele un aroma a cenizas, a tierra mojada y a hierba seca. Puede ser que haya matado su alma, y ella sigue tan orgullosa y bella como siempre, pero algo me dice que ya no me quiere a mí, que malinterpreté sus deseos.
Otras manos más expertas deberían poseerla para que ella sea más feliz ahora.
Cultivé con mi Gall una nueva colonia en un lugar que no mencionaré, de todas formas esa es la idea, que sea mi jardín secreto, donde sus colores resaltarán por encima del mundo, porque sus colores son traídos desde otro mundo.
Ahora yo marcho y sueños tranquilizadores me hablan de algún otro afortunado que tendrá la oportunidad de tropezar con sus pistilos, maravillarse con su armonía, gozar de su risa que sigue al viento, de su enfado ante mis manos codiciosas, que la querían toda para mí.
Era en verdad una flor bella, era en verdad una flor única, pero no mía, nunca mía, de otro será, así será mejor.


domingo, 4 de abril de 2010

Untitled 1 (sigur ros)

Dicen que las utopías son maravillosas porque nunca pueden alcanzarse, escritores la han definido como la meta que avanza 10 metros en el horizonte mientras tu das 2 pasos tras ella, lo importante es que te mantiene en movimiento, es la función de una ilusión.
Los sueños, donde se rompen las barreras del tiempo, donde se pueden sentir las emociones del pasado, presente y futuro en un instante, es donde quizás las utopías son más débiles, donde olvidan su función y uno pareciera poder atraparlas aunque fuera por unas horas, son nuestras a toda costa, las saboreamos en una dimensión paralela donde nada parece imposible, las hijas de puta avanzaron sus 10 metros, pero a nosotros nos dio un aventón el autobús noctámbulo.
Es en sueños donde prefiero vivir, pues es donde puedo acariciar y saborear mis mejores utopías (que para mi no son más que lo mejor de un hombre, manifestado en un deseo externo, algo fuera de nosotros donde reflejar las maravillas de la búsqueda, de la búsqueda de una perfección). ¿Qué es la perfección para mí? Una armonía de imperfecciones, es saber ver en la hendidura, en la desviación, en la lágrima, en la sonrisa desviada, en el ceño fruncido, es ver en esas cosas una tranquilidad, mayor que la dada por lo vendido en paquetes por televisión.
Por ejemplo cierro mis ojos y caigo en la eternidad sin tiempo, veo cosas del pasado, las hago presente, pero las cambio ¿o no? Olvido si así pasaron realmente, olvido si son fantasías sin sentido, en el sueño me fundo en el futuro y viajo rápido, ya nada puede alcanzarme, ni si quiera mi capacidad de raciocinio, ya quedó atrás.
Veo un manto celestial que nos cubre, los cuerpos se tapan con nubes oscuras y por una ventana de cristal entran los rallos plateados de un planeta con rostro de conejo. Busco figurarte facciones, busco saber quién eres ¿hemos hecho esto antes? ¿Eres quien creo que…?
Bajo las sombras me miras ofuscada, como enfadada con un rostro que puedo reconocer a penas. Trato de crearte líneas con mis dos manos que se funden con tu piel ¿es tan brillante o está tan luminosa por los rallos que te acarician? En tus ojos veo lluvia y perfume, de tu boca húmeda nacen animales, busco rehuir tus besos tan fuertes, ¿soy yo quien muerde?
Zumban abejas en mis oídos, escucho una música trasparente y celestial, algo triste, pero a la vez reconfortante, como tus abrazos. Creo que prefiero escucharte reír que gemir (perdón que sea tan directo, pero en el sueño así lo dije) ¿y no lo habré dicho también en la realidad? ¿Lo habré olvidado? ¿Me habré acobardado?
Escucharte reír entre nubes, una ventana de cristal, la luz de un planeta con rostro de conejo y un dejo de olvido, olvidar que mañana ya no nos va a importar, olvidar que después nos tenemos que alejar, olvidar que después no sabré quien eres. Recordar que sólo te atrapo “utopía” cuando sueño.
Sé que te gusta cuanto te hago reír, sabes que me gusta oírte reír, y no me importa ser nada más que eso, no me importa porque te conozco, y como te quiero tengo fe en ti, de esperar mejores cosas, porque incluso “tus peores” las acepto y las dejo pasar, porque te conozco bien y no podría rechazarte, no podría recalcarte falencias en tu rostro, sólo podría acariciarlo bajo la luz roja de un amanecer. Y si alguien te reprochara lo peor de ti, al menos sabrás que aquí hay un idiota al que no le importa nada eso. Inocente criatura así te conocí, así es como tengo fe en ti.

Porque vuelas libre al horizonte y no puedo despegar mis pies del asfalto, te veo escapar hacia las estrellas, revoloteando con otras aves, jugando a planear. Yo no podría hacer nada de eso.
Sólo en sueños uno una utopía puede atrapar.