domingo, 30 de mayo de 2010

Anecdotario

1997

Esta navidad ha llegado mi bicicleta tan deseada; es azul, con un timbre gracioso y llegó envuelta en cinta roja, debe ser el color preferido de Santa entonces.
En la cena todos rieron y yo estuve muy feliz entre ellos, sobre todo me gustó que hayan invitado a la pecosa, ella es muy amable conmigo siempre. Cuando nadie quiso salir a verme probar mi nueva bicicleta, pues ella me acompañó, incluso me felicitó por el buen manejo que hice de ella, me gustó sentirme alagado.
Me siento ahora con la fuerza necesaria para ser un profesional.

1999

El otro día, Tania vino a quedarse a mi casa. A mi abuela no le gusta que tenga polola siendo tan chico, dice que voy a terminar siendo muy precoz en todo. No entendí bien a qué se refería, pero mi madre reía y dijo que no se preocupara tanto: “Se nota que va a ser algo lento en el futuro en sus relaciones, si la Tania tuvo que pedirle pololeo”.
Todo ese comentario no me frustró en sí, pero tal vez me irritó que lo hicieran estando la pecosa presente, de hecho, traté de ocultar a Tania, no quería que la pecosa supiera que yo estaba pololeando, me daba algo de vergüenza.

2002

La semana pasada celebramos el cumpleaños de mi mamá, mi tío organizó un gran asado en su casa, en la villa San Luis. Todo estuvo muy lindo, la gente se veía feliz (como siempre en mi familia), los vasos iban pasando de mano en mano y yo pensaba que era la risa y el gozo el que se iban traspasando, todos querían compartirlo.
En algún momento me sentí mal, no me creí capaz de poder compartir esa dicha entre su jolgorio, así que como siempre cuando me siento retraído, me alejé y fui a la cocina.
Ahí estaba la pecosa, picando unas ensaladas. Entre sus manos escurría el jugo de los limones que iba exprimiendo con una expresión de concentración absoluta. En algún momento acarició sus cabellos rojizos con sus manos, estos quedaron prendados de limón, no me gustó que nadie estuviera ayudándola, ella ahí tan sola no tenía quien le acariciara los cabellos y ahora estos, iban a saber rojos y ácidos.

2003

Mi mamá llegó comentando ayer que la pecosa tenía novio, a mi tío no le gustaba para nada el tipo y a mí menos. No lo conozco, no quiero conocerlo, lo odio a priori, y odio a cualquiera que intente hacerme cambiar de parecer.
Temo que valla a tener un bebé, ella aún no está lista, o al menos eso quiero creer.
Si soy sincero, hace mucho tiempo no escucho su voz, ya algo la he olvidado, me parece era una voz bastante melodiosa, en armonía con la ondulación en sus cabellos, con sus manos blancas, con cada una de sus pecas. Espero el tipo no se atreva a contar sus pecas, siempre pensé sería una labor que me correspondería a mí, desvelar ese misterio en su rostro.

2005

Hoy se ha cumplido un año desde la muerte de mi bisabuela. Ella era una mujer muy carismática, siempre supo tener un vaso lleno de alegría entre sus dedos, ella fue siempre el centro de reunión en nuestra familia. Su casa era la central de nuestras fiestas, a veces llegábamos en manada a visitarla, mi bisabuela María nos recibía con la mejor de sus sonrisas, con una de sus cazuelas (tan ricas e irrepetibles) y botellas rojas, verdes, amarillas.
Dicen todos, que cada una de las mujeres en nuestra familia ha heredado algo de mi bisabuela: en mi mamá rumorean, quedó lo huachaca y buena pa’l copete, de mi abuela escuché, quedó lo maternal y protectora, en mi tía Marcela siento la presencia del humor y la sonoridad de su risa. Pero al final, pienso la pecosa heredó la dermis manchada y la belleza por sobre todas las cosas.

2007

Siento la fatalidad a flor de piel.
Supe hace un mes cosas horribles sobre la pecosa; cayó enferma en un hospital psiquiátrico, no sé muy bien los detalles, pero creo ve cosas, cosas que yo también veo pero cuando la alegría de un vaso me ha desbordando. La pecosa las ve en sus sueños, al despertar, rondando a su hijo. Alucinaciones varias y todos están muy preocupados.
La fatalidad la siento en el hecho, de que yo también estoy preocupado, pero no al nivel adecuado. Esto me habría afectado mucho más seguramente hace algunos años, ahora siento una molestia por la situación de la pecosa, pero he seguido mi vida casi con naturalidad, no la he ido a ver ni una sola vez y pasan horas y horas antes de que logre recordar su situación.
Habrán pasado años desde la última vez que la vi y su voz ya será un mero recuerdo olvidado, que ironía.
Ahora que es de noche tengo el deseo de huir e ir en su ayuda, entrar furtivo en la celda donde la tienen y consolarla, decirle que todo es mentira, que pronto va a pasar.
Temo, sea a una desconocida a quien quiero ir a ayudar, pues en mis recuerdos tengo guardada a una pecosa, esa en mis recuerdos no es a quien voy a ir a encontrar, entre los barrotes, entre una camisa blanca de fuerza.

2010

Hoy conversé largamente con mi mamá mientras nos tomábamos un copete, me contó las deudas en que estaba involucrado mi tío, quizás perdería sus camiones y para colmo la pecosa había caído muy enferma hace poco.
¿De nuevo al hospital psiquiátrico? Pregunté.
“No” me dijo mi mamá, temen tenga algún tipo de cáncer, “la cosa se viene seria” volvió a decir.
Claro que se viene seria meditaba yo en mi mente. ¿De qué otra forma podía avecinarse todo ahora?
Puse mis manos juntas y sólo pedí al cielo no volver a vivir esta experiencia con la indiferencia de antaño. ¿Con qué derecho podía yo menospreciar el sufrimiento de mi prima? ¿Con que cara podía seguir levantándome día a día? Sabiendo que alguna vez ella tanto significó para mí y ahora era casi una extraña.
Todas estas palabras vagando en mí no me ayudaron, volví a darme cuenta de un hecho molesto; incluso ahora, era sólo mi persona quien me preocupaba “No ser indiferente ante su sufrimiento” “no olvidarla, recordarla para no perder el sentido del tiempo” “ir a verla, para no sentirme mal durante años por haberla abandonado ya una vez”
No es ella quien me preocupa, pues para mí es ya una extraña, era la salvación de mi conciencia, el salvataje de ésta lo que me urgía a entristecerme por la pecosa.
¿Ha forzado alguno de ustedes alguna vez una lágrima postrera? Sólo para sentirse mejor consigo mismo, por no olvidar que son capaces de sentir, de empatizar.
Yo no quería olvidarte pecosa, lo juro. No quería perder la definición de tu rostro, no quería dejar de oír tu voz, no quería olvidar tu pelo untado de limón.
Pero así es el ser humano,
Así soy yo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

La extranjera

Tengo dudas sobre este asunto, me pregunto una y otra vez si serás tú o seré yo el extraño en esta historia. Hubo momentos y hasta días donde pensé lograr un dialecto común, pudimos hablar el mismo idioma, una sincronización, una empatía mental que nos forjó un sincretismo escondido a voces.
Para mí nunca fue extraño que no calzaras dentro de mi mundo, a veces ton florido, tan tórrido o incluso pasando a ser una ambivalencia de ambas. Soy un personaje extraño que se forma su propia realidad.
Cuando por primera vez leí “el extranjero” no sentí tener una identificación con el protagonista, una identificación tan deseada por los “intelectualoides” que en una empresa desesperada llegan a presionarme a sí mismos llegar a ser un Mersault, no me gusta mentirme y seguramente no soy un ser indiferente. Creo mi identificación iría con el concepto general de ser un extranjero en mundo ajeno, donde pocos logran comprender las ideas formadas, las expresiones enervadas y los silencios que tanto dicen.
Fue ilusorio y genial pensar por momentos que tú y yo lográbamos conectar nuestros mundos y yo lograba mostrarte algo de mi melosa y empalagosa verdad romántica. Pero lo cierto y seguro, es que nuestros mundos se alejan una y otra vez del ámbito religioso del amor, para llegar al más concreto ámbito secular de la amistad. No es que me moleste, no es que te desprecie como amiga, pero es que tanto te deseo como mi herejía religiosa.

Me muestro tal cual soy, desnudo: No soy tan sincero como quisiera, no soy tan fiel como los héroes que admiro ni tan profundo como los antihéroes que quiero. Si un amigo se aleja, pues lo dejo partir y no me importa, alejarme me molesta menos cuando la gente ya no me es “divertida”. Me gusta la inspiración dada por una mujer, extraño la calidez de un cuerpo sobando mi almohada y seguramente no me es fácil retraerme de esas pasiones.
Creo, el mundo podría desbordarse sobre sí mismo y yo tener tranquilamente un libro entre mis manos.
Pienso, que cuando la miseria ataca es cuando siento la atención de todos centrada en el “boom” del momento, es cuando más cómodo me siento en mi realidad.
Seguro, digo que podrían todos irse a la mierda y yo tener mi habitación esperándome, dándome un aventón, un viaje estelar que excitantemente me eleva.
Me dicen, que sólo extrañaría la ausencia real de mi madre y hermana (casualmente mujeres) y que tantas otras inspiraciones me han dado también.

Y repito que justo ahora podrían todos abandonar mi mundo. De todos…
Yo sólo terminaría extrañándote a ti.

Pero no lo pienses tanto, seguramente con un poco de tiempo más

Se me va a pasar.

miércoles, 19 de mayo de 2010

likbor

¿Cuántas ramas tupidas como follaje?
Tanta maraña para cubrir cada una
De tus sediciosas palabras.

¿Cuántos significados se van meciendo?
Como aliento tibio y cargado entre colinas,
Como dedos ansiosos por tu lomo.

Y es lujuria la que tengo al saborear
Entre cada uno de tus delgados párpados,
Lo que tus ojos saben escribir.

Es un fruto de cien ramas al besarte,
Dándome un colorido grisáceo y un
Tacto rugoso, perfumado de raíces.

Eres para mí un libro,
Del que tanto voy leyendo.

Una perversión me asota, viene y va,
Al tenerte completa y entregada,
Entre mis manos eres prisionera.

Pero es una ilusión, creo leerte
Podría ser tan desbordante como poseerte,
Mas sigue siendo lectura, más una falsía.

Si es un pecado ver tu flora desnuda,
Pues tíldenme de hereje. Mientras te extiendo
Y me voy convirtiendo en invasor,

Mis manos y mi vista se funden
En un metal candente, entre mis piernas
Te sostengo, no valla a ser que caigas.

Tienes el cabello cubierto de ornamentas,
Tienes la piel sabrosa en abstracción,
Tienes las caderas firmes y prometedoras,
Tienes las piernas como un camino acogedor,
Tienes cada ruta trazada en hojas
Y los pies repletos de versos.

Eres para mí un libro de fuego.

domingo, 16 de mayo de 2010

LA mujer

La mujer,
Aquí estoy,
En el pasado estuve,
En el futuro me:
Pintarán, esculpirán, escupirán.

La mujer,
Me idealizaron,
Me hicieron idea,
Me creyeron pluma
Almacenable, follaje
De libros, follable.

La mujer,
Me creyeron cosmos,
El hombre dueño del mundo
Me alzó a cumbre,
Inalcanzable…
La pasión fue su estandarte.

El hombre,
Desvalido se creyó poeta,
Me hizo concepto,
Me hizo soporte,
Su salvación,
¡Me llamaron contraparte!

La mujer,
Yo tengo mis propias tormentas,
No soy ceniza de Dios
Ni costilla tuya,
Y no busco ser Venus.

El hombre,
Vino con guitarra,
Me pintó, me cantó,
Me tomó y
A la mujer relegó.

Y yo no buscaba
Que citaras filósofos (todos hombres)
También desvalidos,
Impotentes…
Confundidos.

Yo no buscaba un héroe,
Ni cien líneas
O que se dijera de mí
Lo que no se ha dicho
De mujer alguna,
¡Pues yo soy la mujer!

Aún aquí espero
Cosas más simples (pero verdaderas)
Follar y olvidar
Ya que yo también
Puedo ser hombre.

La mujer,
Se aburrió de niños artistas,
De impotentes pensadores,
Dime el tamaño de su hombría
Y responde;

Al fin el niño maduró?
Y aquí vienes honesto y desnudo?

Como todo un hombre.

miércoles, 5 de mayo de 2010

too long

Es difícil aceptar los hechos inconvenientes para nuestros planes. Tampoco es que yo sea un gran planificador, así que en verdad no importa tanto. Pero aún así, es molesto decírselo uno a si mismo una y otra vez hasta enfrentarlo.
Fue sentado en mi sillón de lectura que ocurrió, yo ahí vegetando mientras leía Whitman me percaté de que tú no eres nada de lo que yo imaginaba…
Podrías acaso ser menos la mujer de mis sueños?
Ser la mujer menos esperada?
La menos pensada en desvaríos de mi niñez,
Pero aún así maldita sea,
La más deseada.
Trato de configurar entonces en el desorden de mi mente, entre vagones con viejos recuerdos, en estanterías con modelos clichés de lo que una vez pensé sería mi princesa perfecta, y no puedo encontrar nada que me hable de ti, nada que remotamente me pueda dar alguna pista de cómo mierda entraste en mis sueños.
Rompes todos los esquemas, puede que sea eso lo que más me molesta y gusta, todo en un tiempo. Me analizó una vez un amigo, creyó encontrar en mí al tipo de hombre que busca desafíos
¿Podría ser más evidente que eres el gran desafío al modelo de hombre?
Nos despedazas sin piedad el arquetipo,
Será por eso que los miedosos son los primeros en huir.
Y esta es la verdad (y no lo niegues, tú la sabes) yo soy el gran miedoso entre temerosos: tengo miedo de salir herido, tengo miedo de arrepentirme, tengo miedo de desviarme, tengo miedo de las aventuras que terminan en accidentes y por sobre todo le tengo miedo a todo lo que aparenta ser más pequeño que yo…
Le temo a la decepción y detesto el rechazo. Pero si soy un gran miedoso ¿Por qué he buscado fijarme en ti? Porque no voy a mentirte, la primera vez que hablamos ya supe que literatura estaba leyendo en tus palabras, sabía que tipo de desafiante mujer eras y aún así insistí en una fijación absurda.
Te imagino a ti también buscado desafíos y no mintamos, yo no soy ninguno para tus deseos.
Fue entonces que vegetando ahí en mi sillón de lectura, con mi amigo Whitman entre mis manos, que una foto de éste me hizo un signo de negación con la cabeza, un signo tan conocido por mí (será que te lo veo siempre), casi creo haberle visto mover los labios diciendo: “iluso” o diciendo: “despierta” o quizás diciendo: “acéptalo”.
Si para Whitman sus poemas eran hojas de hierba, porque su poesía era universal y se podía encontrar creciendo en todas partes… Yo te llamaría una pasiflora, porque no es común verte florecer en parte alguna y aún cuando consigo semillas de la jodida flor, esta no quiere asomar sus rallitos verdes ¿Qué lindura la pasiflora cierto? Se hace esperar y ansiar la bonita.
Pensar que nunca he tenido una cita contigo, si algún día tuviéramos una ni imaginas donde te llevaría… Lo estuve pensando esta tarde y la respuesta es ridícula, pero como siempre jugamos a lanzar la piedra y esconder la mano, estamos en una constante paz armada donde no pretendo matarte al archiduque aún, creo no hará ningún daño contarte mis fantasías contigo, considéralo un simple acercamiento de mis tropas a tu frontera, pero un acercamiento pasivo, no como los de Hitler:
La fantasía ocurre en algún lugar llamado “mi gira de estudios”
En Lota, en el chiflón del diablo.
El pueblucho era un lugar de mala muerte donde todos olían a indeseo,
Pero la mina, Ho la mina era ansiosa,
De su boca negra se expelía un ronquido profundo
Y yo como siempre ilusivo
Creía que dentro, en su estómago húmedo
Una princesa me estaría esperando.
Bajábamos con mis compañeros,
Con trajes espaciales y cascos relucientes.
Mis ojos maravillados con la negra piedra
Contaron cada una de las estrellas que dentro se escondían,
Cada estrella olía a aceite y un color
Amarillo las delataba como pequeños destellos
De azufre calcinado.
Había maderos cansados de un eterno trabajo,
Sostener un mundo,
Una lluvia constante nos daba señal
De un mar invisible y
Siempre bajando, bajando estábamos,
Hasta que al fin llegamos al estómago del pueblo,
El último pasillo.
Nuestro guía creyó por alguna razón
Que apagar las luces sería gran diversión,
Algo degustado siempre por las tristes visitas.
Entonces pasó algo que nunca olvidaré, cuando las luces se fueron y todos por fin se callaron, no pude oír nada, lo que nos envolvía era un silencio, el más abismal que podría un hombre imaginar. El gorgoteo de lluvia, el tronido de pasos, hasta el silbido de cientos de aves muertas en esta ultratumba cesó, ni el chiflido del diablo nos encontró.
Es a ese paraje al cual me gustaría llevarte,
Al escondite más profundo del demonio,
Donde él se esconde cuando necesita meditar.
Ambos, ahí, solos,
Sin que nadie nos escuche,
Donde no pudieras pedir ayuda,
Donde yo no pudiera escuchar un “basta”
Es donde me gustaría tomarte y por fin,
Por fin, por fin…
Bueno, ahí acaba la fantasía; tú, yo, abismal silencio, muchos túneles donde jugar a la escondida, es bastante simple después de todo.

Tu presencia tiene una constante música de cabaret, siempre acompañándote, tus besos tienen tintes de ron con cigarro, tus abrazos a ramas que rasgan y tu voz... me parece tan indescriptible en estos momentos cuando apenas veo el teclado.
Pero no busco ya nada más de ti, la aceptación es el paso que sigue a la negación, así que ya puedo estarme tranquilo,
Y como que te quiero
Aceptaré tu decisión,
Y si es de amigo que me quieres
Pues de amigo me tendrás.
Por eso preferiría no tener que subir más estas cosas escritas para ti con tanto gusto noche tras noche. Pienso sería una buena forma de respetar tu decisión, no seguir poniéndote incómoda con tantas palabras pasionales.
No es de mala gana esta despedida ni con resentimiento, es porque de verdad te quiero. No digo que dejaré de escribirte, porque lo voy a seguir necesitando seguramente noche tras noche para poder dormir, sacarte de mi mente y soltarte entre páginas.
Sólo que mejor no las sigo subiendo al mundo cibernético, donde tanto estás tú. ¿Y qué digo? puede ser una posibilidad tu ignorancia sobre estos textos, sólo ser yo el ciber-espía, pero por seguridad…

Y no me lo discutas, pues harías un debate de todo y yo soy mal juez, yo que sólo busco conversar contigo siempre, una simple charla al atardecer como excusa para leerte, porque la verdad me da lo mismo lo que me digas, hasta te dejaría tener la razón… de vez en cuando.
Me gustaría por último dejarte unos últimos versos públicos aquí como regalo, pero pienso que ya tanto he dicho y ninguna respuesta he recibido, no quedaría ya más que darte lo mejor de mí para ti.
Los escribí bajo una parra, a ver si me llegaba alguna inspiración indeseable para mí pero tan degustable para tu nombre:


…como si las “erres” de tu nombre
anunciaran que de ti viene una tormenta,
y las “be” sonaran como un viento huracanado,
finalmente,
tus vocales (todas iguales) cantaran una lluvia que te nace
y humedece la tierra…

domingo, 2 de mayo de 2010

Conociendo a los Héroes

Perpetua le hubiera perecido la caída a cualquiera que no estuviera acostumbrado a sentir la eternidad.
La humedad de las grises nubes se había adherido a sus mejillas y ahora se asemejaban esas gotas a un llanto resquebrajado, el tronido de los relámpagos había sesgado sus oídos y mientras el chirrido disminuía y a él volvían los dotes del sonido… Iba con sus ojos mirando a su alrededor, acostumbrándose al nuevo paraje que su padre le había obsequiado.
Había caído él sobre un montículo de negra roca, semejante a una montaña, la más alta que alguien hubiera imaginado hasta esos tiempos. Hacia el horizonte se veía un desierto opaco, de escasa tierra, grandes simas una tras otras y alguno que otro montículo semejante al que sostenían sus pies, pero todos mucho más pequeños.
En torno a estos páramos se veían sus compañeros abatidos, abandonados con el rostro oculto en el suelo, entre rocas, sin querer levantarlo, el ejército con la moral más baja desde que se haya inventado guerra alguna.
Pensó en sabias palabras, quiso recitar versos rellenos de falacias para aminorar la vergüenza de sus compañeros, pero ya nada tenía sentido en esos momentos, habían perdido una batalla cósmica sin igual, sin apelación hasta él había caído bajo el filo de las espadas centelleantes. Como le irritaba la derrota, hasta el punto de sacarle verdaderas lágrimas, recordar el miedo que había sentido ante Miguel… ¿Cómo había sido posible? Él que había sido el bello hijo predilecto, el más fuerte entre fuertes, el más locuaz, el… INVENCIBLE!
Tuvo que huir de Miguel y sus huestes, su retirada fue el punto de ebullición en la derrota, luego de eso ya ningún otro valiente rebelde pudo sostener su espada ni su escudo con honor y fiereza.
Luego todo recuerdo se oscurece, sólo queda rememorar vagamente la incesante vergüenza, los ojos apretados y los dientes rompiéndose unos contra otros, dejando su lengua sangrando y trepidando.
A momentos vio pasar junto a él un Júpiter orgulloso, luego cometas y más cometas, luego Marte y la luna, como deseaba con lujuria esa luna por la que también había luchado.
Finalmente la oscuridad más abrasadora, para dar paso a sus últimas sensaciones, imágenes que inmortalizadas en su memoria ahora cantarían por siglos de siglos los ángeles, y Miguel… Prueba era de que hasta un ángel podía ser orgulloso, pomposo y vanidoso. Como se fanfarroneaba junto a su padre mientras el huía, la vergüenza más grande que ningún general jamás pasaría.



Ha sido un largo y solitario viaje desde la gloria hasta nacer otra vez.
Sobre mi cabeza se yerguen cielos de plata y azufre, moldeados con mano de cruel y vengativo herrero. Mi padre, viejo y sabio podría creer que este paisaje es la personificación de la desolación, que en estas tierras nos arrinconaríamos unos contra otros a llorar y lamentar por siempre la caída. Que poco y nada sabe él del romántico rebelde.
Este suelo salado me sabe a renovación, de entre el fango y el humo que llamea de este abismo nos levantaremos una y mil veces, hasta que todos olviden la luz divina y sólo el dolor puedan apreciar, pues el dolor es el lugar en que nacen las más altas catarsis y placeres del espíritu.
Veo este regalo divino y lo aprecio pues para mi es la panacea del romántico renacer, de entre las cenizas como planetas o fénix.
Los rayos entre las nubes y sobre mis hermanos son música, eléctrica y de colorido fluorescente, de ellos tomaremos las ganas de arrimarnos a la venganza.
Sólo me queda padecer la molestia de un absurdo y pedante castigo irónico…
Que hijo de Dios soy y seré por siempre, me doy cuenta pues se apreciar un hermoso paraje ¿Será esta otra de sus bromas? ¿Un recordatorio alucinante de dónde vengo y hacia dónde iré a parar?
Que el estro de mil soles me rememore que hijo de Dios he de ser, pero será la luminosidad de nuestros fuegos los que les hagan saber a ellos, los celestiales, que el hombre hijo de demonios llegará a ser en el fin de los tiempos.