martes, 28 de diciembre de 2010

it's magic

Solíamos jugar cuando niños
A atrapar luces entre nuestras manos,
Perdernos con la mirada en un atardecer
Y buscar reflejos lunares en el agua sucia.
Fuimos creciendo y ya no nos fijamos
En nuestras pisadas destruir hojas otoñales,
Encontrar la mirada coqueta de la vecina
Ni en quemar papeles e imaginar meteoros arder.
¿Dónde quedó la ciudad de fantasía
De hermosas torres rompiendo olas nebulosas?
La vista subía tan alto que nos perdíamos,
Nos perdíamos en el infinito.
Solíamos jugar a muchas cosas cuando niños,
Pero nunca jugamos a sernos honestos
En cosas del amor…
Porque éramos fuertes, orgullosos, invencibles
¿Por qué hablar de futilidades e idioteces?
Fuimos creciendo y los caballeros perdieron
Sus torres y el eterno mar celestial,
Los vientos ya no traen sonrisas juveniles

¿Quién sabrá de la angustia?
De verla besar a otro
Con su cabello nebuloso evocando distancias hermosas,
Y un abrazo mutuo perpetuado en el paso de la primavera
Al invierno…

Lo sé, lo sé
Es una idiotez y una futilidad.

martes, 21 de diciembre de 2010

oblivion ocean

Esa última tarde que logramos tener una conversación honesta, fue tan calurosa, que ahora cada vez que un dolor de cabeza me acosa, la recuerdo efusivamente. Las impresiones de la memoria parecen un cuadro fresco, tanto así, que como niño inescrupuloso y caprichoso puedo jugar con mis dedos, manosear rabiosamente los colores del pasado y repintar cada cuadro, construir una despedida más amena; con un sol tostando las nubes que caen sobre cada montaña en el horizonte, nosotros dos tomados de la mano uno junto al otro en los columpios, balanceándonos con nuestras cabezas juntas, jugando a esquivar un último beso inevitable e innecesario.
Esa última tarde en el parque frente a mi vieja casa, ahora se me aparece como algo tan vivo, como algo tan real que podría ocurrir mañana o ahora mismo frente a mis ojos, vuelto a pintar en cien hojas blancas sobre mi escritorio. Los dolores de cabeza se suceden y así también las imágenes borrosas de tu coqueto rostro esbozando una sonrisa ambivalente entre la lujuria y la inocencia, como siempre fuiste tú, una ambivalencia constante…

Ya no sé qué recuerdo es el real y cual la invención, puede ser que nuestra última conversación honesta haya ocurrido en un parque en un caluroso atardecer, con un paisaje inolvidable sobre el horizonte; puede ser que esa última conversación ni siquiera haya ocurrido y que el beso mordido y final no sea más que una patética nota mal tocada de una pésima sinfonía.

Pero las palabras pueden crear un océano de belleza, un océano de éxtasis y placer

Déjame con diez palabras secretas crear un océano del olvido, una invasión azulea y sílvera monumental sobre nuestro parque, un oleaje de platino sobre los juegos, sobre las casas, sobre esta vieja y adormecida ciudad, déjame martirizar ese último recuerdo real o ficticio, da igual…

Y ya nada más quedara, espuma regada, una mano descansando sobre el pasto y unos juegos bajo el mar

Un océano de palabras y olvido

martes, 7 de diciembre de 2010

TK

Quise hacer de mi canto algo terreno,
Así que sembré estrellas
Entre nuestras sábanas del recuerdo,
Oculto del olvido y sus mareas.

El mundo respiraba aquella noche,
Bestialmente dormitando,
Y el viento acariciando todo el orbe
Era un labrador paseando por su arado.

El labrador esparcía fragancias
Nocturnas y lejanas,
Oleaje global contra las ventanas
De los soñadores y sus sembrados.

Quise hacer de aquella noche algo terreno,
Así que olvidé el cielo,
Volví los ojos al paisaje muerto
Teñido de púrpura y lunar velo.

¿Qué más terreno y propio que mi cama tendida?
Unas cuantas estrellas floreciendo,
Unos cuantos recuerdos resguardados
Y yo esperando de tu memoria

Un último titánico beso.