lunes, 21 de diciembre de 2009

Astronomía

Aún recuerdo cuando jugaba a ser astrónomo, en realidad, desde pequeño fue mi sueño ser uno algún día, pero todavía me extraña recordar que sólo habrán pasado unas pocas temporadas en que logré serlo por última vez, y tú, como en tantas otras cosas, me ayudaste en eso.
Me decías; “busca, busca en mí. Recoge todo lo que puedas” Y yo tan obediente hurgaba todos tus espacios en busca de las estrellas, mis pequeños dedos jugueteaban como telescopios intentando encontrar sus tesoros. A veces creaba constelaciones, mi preferida era la orquídea sobre tu espalda, aunque los cachorros sobre tus hombros no estaban para nada mal, tanto te sonrojabas si pedía encontrar un molino sobre tus muslos.
Para mí todo era cosa de niños, siempre prefería reír a gritar, sonrojar a llorar, fantasear a enfrentar el día a día, nuestra realidad. Por tu parte, todo acababa luego, pronto ya no te hacían tanta gracia mis juegos y alejabas mis manos que buscaban en ti a Casiopea.
“Algún día,
Algún día
En tu mente
Comprenderás que la vida no es tan simple,
En algún lugar,
En algún lugar
De tu mente
Verás que hasta las estrellas son y serán polvo,
Bajo tus pies,
Bajo tus pies
Como aplastadas mies
Serán barro y estorbo”
Esto me cantabas justo antes de irte, escondías mi universo bajo coloridas ropas y me alejabas por días o semanas de mis estrellas. No te importaba arruinar todo mi trabajo, que al volver tú cuando te placiera yo tuviera que recomenzar a trazar mis planos de nuevo, porque tú, mi cielo, tanto cambiabas y hasta mis estelas parecían mudarse. De una semana a otra nuevas imágenes, nuevos besos, nuevas caricias y una ventana que nos reflejaba en la oscuridad.
Ahora sé que pronto estarás casada, ahora sé que tanto has madurado, mas yo por mi parte sigo siendo un niño, mientras tú vas criando otro en tu vientre, un niño hijo de las constelaciones, hijo de una orquídea y Casiopea, de otro que quizás no pudo ser astrónomo y paso de largo sobre cada uno de tus lunares, no los supo cuidar, los destruyó y arrojó como flechas incandescentes al piso de tu habitación.
Tus estrellas ya no lo son tanto, han vuelto a ser alteraciones de las dermis. Sobre mi cabeza ya no hay sueños blancos velando la oscuridad, sólo bolas de gas incandescente a mucha distancia. Ya todo ha muerto, menos el fruto de tu vientre y uno que otro lunar aplastado en tu habitación.
Si tan sólo pudiera hacer barro de mies y cubrir mi cuerpo, cubrir mis ojos y oídos, aún en mi mente algún día y en algún lugar recordaría las estrellas en tu vientre…

1 comentario:

Pea dijo...

Soy la falta de palabras de Jack.
Realmente, me ha gustado tanto que no tengo palabras.
Bueno ya escribí algunas asi que si nos ponemos literales, si tengo palabras, pero yo que se de ser literal.
Que estes molto benne.
=)