miércoles, 5 de mayo de 2010

too long

Es difícil aceptar los hechos inconvenientes para nuestros planes. Tampoco es que yo sea un gran planificador, así que en verdad no importa tanto. Pero aún así, es molesto decírselo uno a si mismo una y otra vez hasta enfrentarlo.
Fue sentado en mi sillón de lectura que ocurrió, yo ahí vegetando mientras leía Whitman me percaté de que tú no eres nada de lo que yo imaginaba…
Podrías acaso ser menos la mujer de mis sueños?
Ser la mujer menos esperada?
La menos pensada en desvaríos de mi niñez,
Pero aún así maldita sea,
La más deseada.
Trato de configurar entonces en el desorden de mi mente, entre vagones con viejos recuerdos, en estanterías con modelos clichés de lo que una vez pensé sería mi princesa perfecta, y no puedo encontrar nada que me hable de ti, nada que remotamente me pueda dar alguna pista de cómo mierda entraste en mis sueños.
Rompes todos los esquemas, puede que sea eso lo que más me molesta y gusta, todo en un tiempo. Me analizó una vez un amigo, creyó encontrar en mí al tipo de hombre que busca desafíos
¿Podría ser más evidente que eres el gran desafío al modelo de hombre?
Nos despedazas sin piedad el arquetipo,
Será por eso que los miedosos son los primeros en huir.
Y esta es la verdad (y no lo niegues, tú la sabes) yo soy el gran miedoso entre temerosos: tengo miedo de salir herido, tengo miedo de arrepentirme, tengo miedo de desviarme, tengo miedo de las aventuras que terminan en accidentes y por sobre todo le tengo miedo a todo lo que aparenta ser más pequeño que yo…
Le temo a la decepción y detesto el rechazo. Pero si soy un gran miedoso ¿Por qué he buscado fijarme en ti? Porque no voy a mentirte, la primera vez que hablamos ya supe que literatura estaba leyendo en tus palabras, sabía que tipo de desafiante mujer eras y aún así insistí en una fijación absurda.
Te imagino a ti también buscado desafíos y no mintamos, yo no soy ninguno para tus deseos.
Fue entonces que vegetando ahí en mi sillón de lectura, con mi amigo Whitman entre mis manos, que una foto de éste me hizo un signo de negación con la cabeza, un signo tan conocido por mí (será que te lo veo siempre), casi creo haberle visto mover los labios diciendo: “iluso” o diciendo: “despierta” o quizás diciendo: “acéptalo”.
Si para Whitman sus poemas eran hojas de hierba, porque su poesía era universal y se podía encontrar creciendo en todas partes… Yo te llamaría una pasiflora, porque no es común verte florecer en parte alguna y aún cuando consigo semillas de la jodida flor, esta no quiere asomar sus rallitos verdes ¿Qué lindura la pasiflora cierto? Se hace esperar y ansiar la bonita.
Pensar que nunca he tenido una cita contigo, si algún día tuviéramos una ni imaginas donde te llevaría… Lo estuve pensando esta tarde y la respuesta es ridícula, pero como siempre jugamos a lanzar la piedra y esconder la mano, estamos en una constante paz armada donde no pretendo matarte al archiduque aún, creo no hará ningún daño contarte mis fantasías contigo, considéralo un simple acercamiento de mis tropas a tu frontera, pero un acercamiento pasivo, no como los de Hitler:
La fantasía ocurre en algún lugar llamado “mi gira de estudios”
En Lota, en el chiflón del diablo.
El pueblucho era un lugar de mala muerte donde todos olían a indeseo,
Pero la mina, Ho la mina era ansiosa,
De su boca negra se expelía un ronquido profundo
Y yo como siempre ilusivo
Creía que dentro, en su estómago húmedo
Una princesa me estaría esperando.
Bajábamos con mis compañeros,
Con trajes espaciales y cascos relucientes.
Mis ojos maravillados con la negra piedra
Contaron cada una de las estrellas que dentro se escondían,
Cada estrella olía a aceite y un color
Amarillo las delataba como pequeños destellos
De azufre calcinado.
Había maderos cansados de un eterno trabajo,
Sostener un mundo,
Una lluvia constante nos daba señal
De un mar invisible y
Siempre bajando, bajando estábamos,
Hasta que al fin llegamos al estómago del pueblo,
El último pasillo.
Nuestro guía creyó por alguna razón
Que apagar las luces sería gran diversión,
Algo degustado siempre por las tristes visitas.
Entonces pasó algo que nunca olvidaré, cuando las luces se fueron y todos por fin se callaron, no pude oír nada, lo que nos envolvía era un silencio, el más abismal que podría un hombre imaginar. El gorgoteo de lluvia, el tronido de pasos, hasta el silbido de cientos de aves muertas en esta ultratumba cesó, ni el chiflido del diablo nos encontró.
Es a ese paraje al cual me gustaría llevarte,
Al escondite más profundo del demonio,
Donde él se esconde cuando necesita meditar.
Ambos, ahí, solos,
Sin que nadie nos escuche,
Donde no pudieras pedir ayuda,
Donde yo no pudiera escuchar un “basta”
Es donde me gustaría tomarte y por fin,
Por fin, por fin…
Bueno, ahí acaba la fantasía; tú, yo, abismal silencio, muchos túneles donde jugar a la escondida, es bastante simple después de todo.

Tu presencia tiene una constante música de cabaret, siempre acompañándote, tus besos tienen tintes de ron con cigarro, tus abrazos a ramas que rasgan y tu voz... me parece tan indescriptible en estos momentos cuando apenas veo el teclado.
Pero no busco ya nada más de ti, la aceptación es el paso que sigue a la negación, así que ya puedo estarme tranquilo,
Y como que te quiero
Aceptaré tu decisión,
Y si es de amigo que me quieres
Pues de amigo me tendrás.
Por eso preferiría no tener que subir más estas cosas escritas para ti con tanto gusto noche tras noche. Pienso sería una buena forma de respetar tu decisión, no seguir poniéndote incómoda con tantas palabras pasionales.
No es de mala gana esta despedida ni con resentimiento, es porque de verdad te quiero. No digo que dejaré de escribirte, porque lo voy a seguir necesitando seguramente noche tras noche para poder dormir, sacarte de mi mente y soltarte entre páginas.
Sólo que mejor no las sigo subiendo al mundo cibernético, donde tanto estás tú. ¿Y qué digo? puede ser una posibilidad tu ignorancia sobre estos textos, sólo ser yo el ciber-espía, pero por seguridad…

Y no me lo discutas, pues harías un debate de todo y yo soy mal juez, yo que sólo busco conversar contigo siempre, una simple charla al atardecer como excusa para leerte, porque la verdad me da lo mismo lo que me digas, hasta te dejaría tener la razón… de vez en cuando.
Me gustaría por último dejarte unos últimos versos públicos aquí como regalo, pero pienso que ya tanto he dicho y ninguna respuesta he recibido, no quedaría ya más que darte lo mejor de mí para ti.
Los escribí bajo una parra, a ver si me llegaba alguna inspiración indeseable para mí pero tan degustable para tu nombre:


…como si las “erres” de tu nombre
anunciaran que de ti viene una tormenta,
y las “be” sonaran como un viento huracanado,
finalmente,
tus vocales (todas iguales) cantaran una lluvia que te nace
y humedece la tierra…

1 comentario:

Anónimo dijo...

dios
=(


archiduque y la puta