martes, 21 de diciembre de 2010

oblivion ocean

Esa última tarde que logramos tener una conversación honesta, fue tan calurosa, que ahora cada vez que un dolor de cabeza me acosa, la recuerdo efusivamente. Las impresiones de la memoria parecen un cuadro fresco, tanto así, que como niño inescrupuloso y caprichoso puedo jugar con mis dedos, manosear rabiosamente los colores del pasado y repintar cada cuadro, construir una despedida más amena; con un sol tostando las nubes que caen sobre cada montaña en el horizonte, nosotros dos tomados de la mano uno junto al otro en los columpios, balanceándonos con nuestras cabezas juntas, jugando a esquivar un último beso inevitable e innecesario.
Esa última tarde en el parque frente a mi vieja casa, ahora se me aparece como algo tan vivo, como algo tan real que podría ocurrir mañana o ahora mismo frente a mis ojos, vuelto a pintar en cien hojas blancas sobre mi escritorio. Los dolores de cabeza se suceden y así también las imágenes borrosas de tu coqueto rostro esbozando una sonrisa ambivalente entre la lujuria y la inocencia, como siempre fuiste tú, una ambivalencia constante…

Ya no sé qué recuerdo es el real y cual la invención, puede ser que nuestra última conversación honesta haya ocurrido en un parque en un caluroso atardecer, con un paisaje inolvidable sobre el horizonte; puede ser que esa última conversación ni siquiera haya ocurrido y que el beso mordido y final no sea más que una patética nota mal tocada de una pésima sinfonía.

Pero las palabras pueden crear un océano de belleza, un océano de éxtasis y placer

Déjame con diez palabras secretas crear un océano del olvido, una invasión azulea y sílvera monumental sobre nuestro parque, un oleaje de platino sobre los juegos, sobre las casas, sobre esta vieja y adormecida ciudad, déjame martirizar ese último recuerdo real o ficticio, da igual…

Y ya nada más quedara, espuma regada, una mano descansando sobre el pasto y unos juegos bajo el mar

Un océano de palabras y olvido

No hay comentarios: