lunes, 18 de julio de 2011

I hate nightmares

Era de noche y se encontraban todos a la orilla de un inmenso bosque, estaban en contra de su deforestación y yo sabía que estarían con sus coloridos carteles protestando, reclamando con vociferaciones a la maquiavélica empresa que llegaría en cualquier momento, ustedes no sabían que venía yo a la cabeza de la empresa dirigiendo toda la operación. Cuando me vieron llegar al mando de todas esas máquinas chirriando sus dientes, sus rostros fueron de decepción y pena, luego ira y rencor. ¿Cómo había llegado tan lejos? ¿Cómo era posible que yo apoyara semejante blasfemia contra la madre naturaleza? Miles de pinos iban a dejar de exhalar su voz a las estrellas esa noche y yo dirigía la fiesta.
Tú rostro fue el más ofuscado, me gritabas que había llegado demasiado lejos y no me lo ibas a perdonar ¿Pero qué podía hacer yo? Debía mantener intactos mis ideales, que a esta altura del partido ya no sé cuáles son, pero estaba seguro de que los tenía y no debían morir. Una espesa neblina cubrió todo el bosque y con una potente voz di inicio a las actividades, el bosque parecía sollozar por piedad, clemencia, una tregua para todo ese tormento, pero yo debía permanecer estoico.
Contra todo plan manifiesto en los papeles defendí a muerte un pino, ahuyenté a las últimas máquinas y te llevé frente a él, te dije que era mi regalo para ti, un pino que había salvado en tu nombre y te lo iba a regalar, pero no te pareció una idea romántica ni piadosa, me gritaste ofuscada pues te parecía una burla la presencia de ese único pino aún vivo entre tanta muerte, apenas se mantenía en pie el pobrecito con su cañuelitas soportando todo el frío de esa noche invernal; te pareció una cruel broma, me diste la espalda y te retiraste decidida a no volver.
Se aproximaba la mañana e intenté pedirles a ustedes algo de ayuda, con unas palas quería sacar al pino de su lugar y replantarlo en lo alto de una colina en el horizonte, el pobre pino podía estar muy solo, pero de pie en la cima de la colina podía recibir primero que todos a la luna y al sol que pronto se asomarían, la imagen sería hermosa y por muy solo que estuviera el pino, de pie en la colina iba a estar gallardo y orgulloso de su nueva lozanía y presencia universal. Todos me dieron la espalda y lo comprendí, no iban a perdonarme inmediatamente semejante pecado empresarial, sólo C… comprendió mi idea y tomó una pala para dirigirse junto a mi frente al pobre pino.
Quise tener prisa pues la mañana se nos venía encima y ella se alejaba más y más, el tiempo no fue suficiente y cuando clavamos nuestro primer palazo desperté, la alarma anunciaba el tiempo de arreglar las cosas ya que pronto llegarían visitas.

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