miércoles, 17 de marzo de 2010

LETTER (la noche persistente) third clue

Un pequeño regalo, un cuento al estilo de Poe, un autor que yo pienso tanto te gustaría. Y espero esto también.

La Noche Persistente

Aún intento ordenar la secuencia de hechos en mi mente, es una tarea ardua, a veces casi imposible. Si lamentablemente pareciera que sólo han pasado unas cuantas horas desde que la conocí, hasta ahora que ya…
La vi por vez primera en una fiesta, una muy buena a la que asistí. No importa qué edad tenía yo ni menos que edad tenía ella. Parecía algo furiosa ahí de pie, tan sola entre el gentío. Tenía una presencia algo impenetrable, como si un huracán fuera a pasar en cualquier momento llevándose todo, a todos, pero ella ahí pensativa con sus manos en los bolsillos resistiría la tempestad, ni un ápice de su cuerpo se inmutaría (así lo imaginaba yo). Creo estaba esperando esa ventisca que nos alejara a nosotros, los comunes, que la dejara sola en un desierto.
Aún pienso que mi mejor regalo para ella sería eso, un desierto bajo cielos que cambiaran de color cada día, rojos con nubes coloradas, azules como mar sobre sus cabellos, verde como un jardín pendiente, lo que ella quisiera. Eso en el desierto y una pequeña cabaña donde ella pudiera seguir impenetrable, eso le regalaría algún día si pudiera.
No sé por qué eligió ser mi amiga, seguirme la corriente, tratar con alguien como yo tan distinto a ella. Cada día lo pensaba y sólo llegaba a la conclusión de cuanto debía aburrirse a mi lado, yo no tenía nada para ofrecerle, nada que ella quisiera. Sus amigos decía yo deben ser todos tan distintos a mí, algo más frenéticos, sin vergüenzas, con aventuras corriendo por su sangre. Yo por otro lado podría ser así, en mi mente si quisiera, pero en la vida real soy algo más tranquilo, avergonzado y débil, no creo que ella de verdad se divirtiera conmigo.
Llegué a pensar como idiota que ella era producto de mi imaginación, ¿Qué otra respuesta podría haber? Si lo reflexionaba… actuaba, reía, mimetizaba, hablaba e incluso se veía como las musas de los libros que tan fervorosamente devoro, como las creadas por mí y que tan gustosamente me buscan. Mas Noelia a pesar de vivir, no me buscaba, era quizás mi única prueba de su materialidad. La mejor abstracción mía presente ante el mundo, así la podríamos llamar.
Fuimos así amigos por mucho tiempo, yo nunca dije nada claro ¿Para qué? Sólo la espantaría, así que callé e intenté ser lo mejor de mí para ella, aunque por más que lo intentaba las cosas parecían arruinarse más. Ella quería a otro, no podía ser de otra manera. Con suerte ella sería un producto de mi imaginación, así el maldito, el otro, también lo sería. No me costaría mucho esforzarme y en mi imaginación matarlo, aunque quizás Noelia en su mente lo ideó ¿Podría yo interferir en los pensamiento de mi creación?
Creerán que voy a acortar partes del relato, pero no es así. Les extrañará por la forma que se dieron las cosas en definitiva. De un día para otro nos fuimos acercando, sin razón aparente hubo más intimidad, y yo a pesar de no albergar esperanzas, fui viendo como sin mucha intervención mía todo se fue dando para más.
Una noche cerré los ojos y a la siguiente ella ya era mía, de una extraña forma teníamos una especie de relación, yo no lo nombraba noviazgo, ella no me daba la mano en público, pero algo había entre nosotros sin nombre. Ninguno de los dos nunca hablaba del tema, ni hicimos pactos de no hacerlo tampoco, ¿Entonces qué era lo que estaba sucediendo?
Cuando nos besábamos Noelia parecía ida, cuando venían los momentos de intimidad siempre apagábamos la luz, para no vernos supongo, no saber que el otro estaba ahí. Ella no hubiera aceptado las circunstancias y distintos contextos incómodos que surgían de un noviazgo público; la presentación a los padres, las salidas en grupo con la familia, la formación de esa maldita obligación: tener que ver a la pareja cada cierto tiempo una vez que ya hay compromiso, porque sino algo pasará, nadie sabe qué, sólo que es algo malo.
Con el tiempo me fui dando cuenta que toda esa mierda de las relaciones “made in society” albergaban algo desagradable para mí también; tener que recordar los aniversarios, las llamadas constantes, los regalos caros cuando no sientes la necesidad de darlos en realidad. Eran una lata debajo de las mentes, una mente colectiva que lo digería todo porque le decían que debía, pero a Noelia nadie le decía los cómo ni los cuándo, los porqués los creaba ella y los para qué eran lo mejor de una intriga, un puzle en su mente.
Con el tiempo me acostumbré a nosotros, a “eso” que teníamos. Los demás también lo hicieron, dejaron de preguntarnos constantemente qué mierda pasaba entre nosotros, era algo común vernos y saber que teníamos “eso”.
Lo único que me incomodaba era no saber porqué de un día para otro me aceptó dentro de su intimidad, de una forma extraña vale decir, pero aún así lo hizo. Para ser sincero nunca me fue particularmente bien o mal con las chicas, uno tenía sus días, sus semanas, sus meses… Pero con ella todo era claro, desde un principio la asumí como un caso perdido, yo siempre callaría y condescendería, Noelia pretendería no darse por enterada y así todos bien. Nunca le diría; “Me….” Ni ella respondería; “a mi…..” era más fácil no decirlo, era más fácil pensarlo en otro idioma.
Fuimos creciendo, fuimos madurando y yo asumiendo la verdad, Noelia no estaba conmigo porque le gustara mucho, quizás con suerte un poco, tal vez nada. Fue por mi paciencia, fue por comodidad, acostumbramiento y algo de cariño forzado. Tanto tiempo juntos hizo que algo surgiera, pero eso no era necesariamente el fuego de una pasión. Se nos hizo más fácil aceptarnos el uno al otro, fue sin darnos cuenta que caímos en una red. De piel a piel se nos dio una unión, como el musgo a una pared húmeda, y por un tiempo estuvo bien, sentirse tibio, aferrado a un sueño, pero ambos sabíamos que esa indiferencia no podía durar mucho, al menos así lo creímos.
Mientras yo más la quería, más lejana y oculta la sentía, llegó un tiempo en que casi no hablábamos y llegó a ser una desconocida. Comencé a extrañar la flor de su sonrisa, esa margarita única a un costado, como media escondida, pero yo siempre la hallaba, era mi juego personal.
Una noche no pude dormir, ella estaba recostada tras mío, abrazándome de la única forma que sabía hacerlo, con su cabeza sobre mi espalda. Tenía yo mucho frío, tiritaba todo mi cuerpo y fue sentir una brisa polar sobre todo mi ser, por un momento se enfriaron hasta mis labios y no podía mover las manos, intenté llamar a Noelia, pero ella parecía estar más inmóvil y más congelada que yo. Fue una noche persistente en la preocupación, debí darme cuenta que era la primera alerta. Finalmente mi corazón se rindió a la ventisca y me dormí.

A nuestro matrimonio no asistieron muchas personas, fue algo muy privado. En realidad poco importaba, no recuerdo quién se lo propuso a quien. Pienso que como todo sobre nosotros, se dio tácito, sin palabras ni compromisos. Un día estábamos en “eso” y al siguiente “marido y mujer”, puede ser que para dejar tranquilos a los parientes, pero no lo creo viniendo de ella. Con suerte me quería, no dudo la verdad sobre su aprecio, pero no era aprecio lo que yo quería.
Tenía preparado para ella una gran sorpresa, había conseguido una cabaña en el norte, una pequeña cabaña alejada de todo en medio del desierto, como sacada del viejo oeste. Estaba a unos cien kilómetros de la carretera cinco norte, en dirección a la cordillera. El paisaje era desolador, de día el calor era insoportable, el ambiente se perfumaba de rojo, las nubes dormían todo el día mientras el sol parecía hervir hasta la sangre. De noche una helada cubría la tierra reseca, olía a flores (no sé porqué) y la luna vestía de azul la oscuridad. La cordillera al horizonte no tenía una pizca de nieve y al otro lado una nada desesperanzadora parecía esperar por el mundo. La cabaña parecía tan endeble en medio de esa inmensidad, creo me recordaba a mí frente a Noelia.
Pretendía llevarla y mostrarle la finca que había comprado para ella, sabía le gustaría. Pasaríamos un tiempo allá y si le gustaba mucho podríamos mudarnos definitivamente. Pero nada de esto ocurriría de la forma en que yo esperaba.
Decidí esperar hasta el día de su cumpleaños para llevarla a su cabaña, faltaban unos tres meses para eso cuando Noelia empezó a tener un comportamiento extraño. La verdad siempre fue extraña, algo excéntrica, muy reservada y costaba que dijera lo que sentía, era una de las mujeres más desconcertantes que he conocido, podría haber estado pensando o queriendo mil cosas y aparentar un estado de ánimo completamente distinto, siempre me pregunté si actuaba conmigo así o era igual con todo el mundo.
Sea como sea, Noelia comenzó a despertarse en medio de la noche muy asustada, a veces gritaba, me abrazaba llorando y siempre tenía el cuerpo frío, como si el alma se le hubiera escapado en medio de la noche. Comenzaron a ser persistentes cada noche los suspiros y sollozos, a principios de mayo decidió dejar de dormir, compró pastillas y dormía poco o nada, tenía el rostro pálido, ojeras que cubrían toda su carita. Andaba irritable, más que de costumbre (y eso es mucho decir…) Su familia se preocupó y venían a vernos más seguido, más de lo habitual. Se quedaban a dormir y cuando Noelia lograba quedarse dormida su madre no paraba de llorar, creo veía venir lo mismo que yo.
Gasté todo el dinero ahorrado en el banco, y no me importó nada, hice de todo para salvarla, la llevé a cientos de doctores distintos y todos decían lo mismo; “lo sentimos, no es mucho lo que podemos hacer. Extraños síntomas… sólo queda orar”. ¡ORAR! Pero qué carajo, si Dios está allá arriba, si es que está, no tiene tiempo para mí, no tiene tiempo para voltear su mirada un segundo a la tierra, tratar de descubrir un error en su comedia, o mejor dicho no un error, la mejor parte de su comedia personal. Riendo de espaldas debe estar, yo enamorado de la inmutable, de la perceptible eternidad de su indiferencia, y ella… Tan única, quién lo diría, nunca podría saber qué sentía bajo su frialdad invernal, nunca me lo diría.
Fuimos muy sádicos cuando decidimos hacernos acérrimos lectores de Edgar Allan Poe en medio de los padecimientos de Noelia, nos acercaba más al día definitivo, al día de su partida, se nos hacía inminente. Cada una de sus líneas, del maldito bohemio americano, nos iba diciendo cómo se darían los hechos, y yo temí, Ho Dios, temí más que ella por un posible desenlace terrorífico, así que le hice mil promesas que ella pretendió ignorar, pero que yo sabía dentro de sí agradecía, pues ella también temía, por una vez en su vida supe temía en verdad.
Cuando partiera al fin… Yo realizaría un velorio de tres días, ni uno menos. Otra medida de precaución sería acompañarla aún en el mausoleo cuanto más tiempo pudiera soportar mi corazón, ella no sabía que si dependiera de mí, que me rodearan junto a su cuerpo con madera.
Como si faltara poco, dentro de su ataúd pondríamos un teléfono de última generación, en caso de que llegara a d… me llamaría inmediatamente, yo estaría atento a su llamado pues compraría un celular nuevo y el número solo estaría guardado en el que llevaría Noelia a su otra vida. En caso improbable de d… yo respondería su llamado y salvaría su nueva vida.
Nueve de Junio y pasó. No podía ser otro día, Noelia siempre lo quiso así, al menos eso me tranquilizó.
El velorio de tres días se hizo a pesar de las quejas de su madre, ella no pudo entender, yo había hecho una promesa. El funeral fue aún más privado que nuestro matrimonio.
Cuando al fin todos se hubieron ido y quedé solo en el mausoleo junto a su ataúd, sentí una gran opresión en el pecho, un dolor en mi corazón no sentido desde mi adolescencia ¿Qué podía ser? Y el frío que lo acompañaba, una inmovilidad en cada articulación, mis mejillas muertas, mis labios púrpura, pero el ataúd, maldito y malditos todos ellos, tan tibio estaba. No me di cuenta cómo llegó la noche alada como cuervo, cayó sobre mí y yo seguía dentro del mausoleo acompañando a mi amada, la única. Maldito ataúd tan tibio, conteniendo en una noche persistente a mi Noelia ¿nunca la dejaría escapar? Esa pregunta fue mucho para mí y huí. Sé rompí mi promesa, pero no podía soportar más tiempo mi corazón esa noche plutónica, la noche aleteando sobre mí como el cuervo de la tempestad, y ella inerte tan cerca de mí, pero a la vez… infinitamente lejana.
Corrí, corrí como condenado por toda la ciudad, masticando la hierba a mis pies, con fango en mis manos, entre mis uñas, sollozando y sin salida. Entré en un bar, el primero que encontré y donde se me permitió entrar en mi estado de vagabundo.
No recuerdo hasta qué hora bebí, pero recuerdo que estaba saliendo el sol cuando yo tirado en la acera intenté colocar la alarma a mi celular para no despertarme tan tarde, no podía otra cosa hacer, mi cuerpo en ese estado ya había escogido la acera como su conforte. Fue entonces que escuché su voz, tan inconfundible venirme desde el cielo, su dulce voz venirme desde todos lados clamando ayuda ¿Qué tormentos? ¿Qué penurias estaría sufriendo mi Noelia? Desde qué dantesco infierno su piel se estaría quemando con tanto ardor que su voz me llegaba tan nítida, gritándome, mi nombre una y otra vez en busca de ayuda. No pude menos que sollozar también, ella llorando desde la otra vida y yo sin poder ayudarla, la noche era persistente y aún con el alba en mis ojos el cuervo alado no quería abandonar mis padecimientos. Finalmente, me dormí.

“Ich habe Pläne, große Pläne
Ich baue dir ein Haus
Jeder Stein ist eine Träne
Und du ziehst nie wieder aus
Ja ich baue ein Häuschen dir
Hat keine Fenster, keine Tür
Innen wird es Dunkel sein
Dringt überhaupt kein Licht hinein

Ja ich schaffe dir ein Heim
Und du sollst Teil des ganzen sein

Stein um Stein
Mauer ich dich ein
Stein um Stein
Ich werde immer bei dir sein “

Despertar al anochecer sabiendo que has perdido todo un día por la parranda de la noche anterior es atroz, como una laguna en tu vida que no recuperarás, peor sabiendo que ella aún no está a tu lado, mejor haber muerto en el entretanto. Y rompiste tu promesa, la rompiste.
Camino a mi casa, avergonzado, con una jaqueca horrible y un sabor asqueroso entre mis dientes, aún no podía sacar de mi mente aquella canción de Rammstein, tanto le gustaba a Noelia esa banda. Haber soñado con aquella canción en particular me hizo estremecer aún más, recordar también su voz, haber escuchado su voz mientras borracho estaba tirado.
Revisé mi celular para cerciorarme de la hora fijada en el despertador, quizás qué pavada habré digitado antes de dormirme que la alarma no me levantó. No tendría palabras para poder describir cuáles fueron mis pensamientos en ese momento, fue a la velocidad de un cometa solitario por la inmensidad del universo. Estupefacto me quedé viendo una llamada contestada a las seis dieciséis de la mañana, ¡ESTA MAÑANA! Sentí como un mareo y un dejo, un sentimiento de tragarse el mundo entero y a la vez de vomitar, todo giró en torno a mí y no pude menos que vomitar. Grité, grité desesperado y me sentí el centro de la realidad en ese momento, la gente acudió en mi ayuda, pero nadie podía, nadie podía salvarme de la inmensa culpa, haber roto mi promesa, de no haberlo hecho tal vez… pero ¡calma! Quizás no era demasiado tarde, podría aún salvarla, creo que podría, creía.
Comencé una nueva carrera hacia el cementerio, seguramente ellos tendrían herramientas, un chuzo, una pala, cualquier cosa con qué romper el mausoleo. Muy seguramente durante el día recién pasado habrían colocado su ataúd en el lugar correspondiente, detrás del cemento, atrapada, desesperada. Corrí como nunca en mi vida.
Sin avisar a nadie (pues ya habían cerrado el cementerio) escalé por la reja, robé una pala y con furia (lagrimeando) llegué al mausoleo y rompí cuanto pude. Ella me estaba esperando tras el cemento, tras la madera tibia, ella me estaba esperando. La abracé, besé sus labios con la pasión que retuve tantos años en respuesta a su frialdad, pero ahora ya no importaba, la tenía otra vez entre mis brazos y la besé como nunca, pero ningún aire entró a mi boca, ninguna brisa pude robar de sus pulmones. Estaba helada como aquella noche persistente en que me abrazó casi arrastrándome con ella al inframundo. Noelia había resucitado tan cruelmente sólo para llamarme a mi borracho, ahora responsable de su nueva muerte, miserable clamando ayuda y desesperada.
La imagino arañando el ataúd, la imagino en mi mente asustada, el peor castigo para cualquier hombre sobre la tierra dijo Poe y cuánta razón tenía. Fue cierto entonces, la voz que me llamó mientras estaba tendido en la acera de una triste calle, fue en verdad una voz desde el peor infierno dantesco.

“Und der Wald der steht so schwarz und leer
Weh mir, oh weh
Und die Vögel singen nicht mehr

Ohne dich kann ich nicht sein,
ohne dich!
Mit dir bin ich auch allein,
ohne dich!
Ohne dich zähl' ich die Stunden,
ohne dich!
Mit dir stehen die sekunden,
Lohne nicht!

Auf den Ästen, in den Gräben
Ist es nun still und ohne Leben
Und das Atmen fällt mir ach so schwer
Weh mir, oh weh
Und die Vögel singen nicht mehr”

La cobijé contra mi pecho y prometí nunca más abandonarla, una promesa que ahora sí cumpliría. Hice lo único que quedaba por hacer a un hombre desesperado, enamorado y con una promesa que cumplir, robé su cadáver. Supe que ninguna corte me dejaría vivir en ningún hogar con un cadáver, la única forma sería cremar a Noelia, “no si está putrefacta” opinaban los tribunales “sí si está bien cocida y reducida a cenizas”. Pero no a mi Noelia, no a ella, no la cremarían, la retendría conmigo por siempre, hasta asegurarme de que nunca más volvería del inframundo, y si nunca lo hacía, yo me podriría junto a ella, por siempre.
Esa misma noche partí rumbo al norte, con el cadáver de Noelia junto a mí. Llegamos al amanecer del día siguiente. Ella estaba con una expresión serena, como si al fin la calma hubiera llegado a ella, pensé sería porque al fin había llegado a su hogar, su verdadero hogar.
No tuve coraje para tenerla conmigo ahí abajo, en los pasillos, en las habitaciones, así que dejé su cuerpo recostado sobre un colchón en el entretecho, donde mis ojos no pudieran buscarla, pero donde mis oídos ahora si pudieran oírla claro, claramente a la primera llamada de auxilio.
Pasaban los días y yo triste me resignaba a que ya nunca más volvería a mí.
Una noche no pude dormir bien, el desierto se volvió más hostil que de costumbre, las estrellas creí caerían sobre el mundo en cualquier momento, como un mar de flechas incandescentes. La luna daba a todo una fluorescencia sepulcral, aún así romántica, a Noelia le hubiera gustado el mundo esa noche, a mi me gustaba el mundo siempre que ella estaba a mi lado.
Mis labios tornábanse púrpuras como la noche, cuando creí oír algo desde el entretecho, justo sobre mi cabeza. Al principio no pude detectar bien qué tipo de ruido sería, pero luego pensé detectar como uñas rasgando el cielo falso sobre mi habitación, justo sobre mi cama. Esa noche no dormí bien.
La única persona que sabía mi secreto era la hermana pequeña de Noelia. Me simpatizaba bastante, era la única persona que yo permitía me visitara en mi retiro, iba casi todas las semanas al menos una vez, tomábamos algunas tazas de té y conversábamos sobre distintos temas. Nos gustaba sentarnos en silencio en el living con las manos cruzadas, esperando alguna señal de Noelia desde arriba, pero casi nunca oíamos nada. Creo sólo le gustaba dar señales de noche.
A Mandy le pareció buena idea empezar a dejar agua y comida cada noche en la compuerta del entretecho, si Noelia deseaba beber algo o comer, estaría ahí para ella. Pensábamos Mandy y yo que ya era muy tarde para que bajara, fuese cual fuese el estado en el que se encontrase, lo mejor sería no molestarla más, si no bajaba por sus medios, por algo sería.
Mis noches preferidas eran en las que venían a mí los recuerdos, tantos, tantos de ellos y en todos yo reía tanto, porque tanto disfrutaba de su compañía, ella siempre tan seria. Si Noelia tenía su mirada fija en mi ya nada más me importaba, que el mundo se hundiera en una gran grieta, que se consumiera toda sonrisa ajena, que en un movimientos se nos desapareciera el cielo, no podría yo más que estar tranquilo y acariciar una de sus manos, con ella lo demás se volvía irreal, ella tan imaginativa para mí, era lo mejor del mundo.
No me gustaba cuando arañaba el cielo falso, imaginaba sus pequeñas uñas con astillas atascadas, y yo sin poder ayudarla otra vez. Me hubiera gustado ser más valiente, subir al entretecho y quedarme abrazado a ella, nunca más separarnos, piel contra piel escondidos de todos. Si vinieran a buscarnos a esta cabaña tan apartada y abandonada, sabrían que aquí no queda ya más nada para los vivos, que este lugar se ha transformado en el palacio del olvido y la resignación, mi perpetua guarida de los demás, los comunes, donde estoy acompañado de lo único que me importa, mi Noelia.

“He comes to me every night
No words are left to say
With his hands around my neck
I close my eyes and pass away

I don't know who he is
In my dreams he does exist
His passion is a kiss
And I cannot resist

Ich warte hier
Don't die before I do
Ich warte hier
Stirb nicht vor mir

I don't know who you are
I know that you exist
Stirb nicht
Sometimes love seems so far
Ich warte hier
Your love I can't dismiss
Ich warte hier”




End.


Qué te puedo decir Noe, la verdad así son las cosas conmigo, no sé qué pasará con vos. Pero he aquí mi última pista, un puzle que podrías disfrutar, algo distinto. El poema original está en español, pero aquí desordenado y camuflado con signos lingüísticos alemanes, si logras rearmar el poema sabrás mis últimas palabras para ti, más no puedo hacer o darte.
Esto es todo lo que soy.

nat ahermös.

Rees nat coom un innovier aehrmös
ripoda gärlel a erlos,
nu foir dedes sut em vainde joos
un y laüz ne ut sair cogeadlon.

sut seip ed nu ñooto qeu av bicuertos
y ravoelv sam on,
sut amnos acultos led los
ay on a ßraamezar canun majsa vevrälon.

Y em neisot loos,
nat loos,
ut essat, ut diav on ates on.
em ßitio ieston
ßitio nat,
y on roqiue eslotär
suep ut ecurop seta irof,
geaconlod,
paartäod,
coom meürot.

noc lappe caipod et niveton geujos,
pezlus qeu ay on noccearos.
¿rhaao Y qunei em av a maär?
¿guaaln zev raispod berha lelgoda emmaär?

rees nat coom nua dedespiad ahermös
al lulvai ajoß, le ram ajoß.
rees nat coom le lutoim cinfon ahermös
baarincelab, ed nu baimos.

Y em neisot loos,
nat loos,
ut essat, ut diav on ates on.
em ßitio ieston
ßitio nat,
y on roqiue eslotär
suep ut ecurop seta irof,
geaconlod,
paartäod,
coom meürot.

rees nat coom le lumtoi ahermös
usspoir ed nua diav, ahermös.
qeorui y tagirlor paar qeu ahermös
ol esccuesh teess teess denöd.

nat ahermös.

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