domingo, 11 de septiembre de 2011

Soñar

Se escuchó la trompeta tronar por el este,
Fue la voz del sol bostezando por su despertar;
Las polillas escalaron hacia las nubes
Buscando cubrir sus alas de arcilla de la hereje
Estrella moribunda, que vomitaba su luz de mar.

Se calcinaron sus vuelos y cuantos otros,
Los colores se hicieron espejo de su belleza
Y la vista cinceló cuadros gorgónicos;
Y el aire mismo fue encendiéndose en rojas esferas,
Que al apocalipsis le dieron un tenor de impresionismo.

Quise que mis pasos me guiaran hacia el templo,
La bestia fría que habita en su interior con un beso
Me dio la bienvenida, a mí y a mis rezos,
Pero tú no estabas de rodillas junto a las velas;
Las viejas de velos negros me indicaron las escaleras.

Subí en busca de la cima antes de las seis;
Antes que el último respiro se incendiara
Y antes de que las campanadas nos ensordecieran.
Ahí estabas de pie frente al abismo de Maipú
De brazos abiertos dejando que el viento te sedujera

Dejando que el mundo se diera prisa a sentir tu presencia.

No hubo necesidad de banas palabras,
Los cálidos alientos se habían extinguido
Y las cuerdas de mi voz no alcanzaban a tocarte,
Te mostré en cambio el horizonte que poblé de yuyos,
Palomas y ratas; te mostré en el último día quien soy.

Nos dimos un beso de labios mordidos
Y con manos presurosas nos hicimos
Todo lo que demandaba la lujuria
De una iracunda despedida antes de darnos cuenta
Que el mundo se ha evaporado y que ahogados debemos morir.

Obtuso como soy, no me rendí a la muerte
Del sonido, de los colores, ni la danza
De tus rizos al son de mis miradas y respiros,
Tomé una guitarra y le pedí a tu imaginación
Que adivinara mis últimas palabras para ti

Mis últimas palabras evocadas por una guitarra


(SOLO)


Nos sentamos en la cornisa y te señalé el cielo;
Se sintió como el verano de una estelar ribera,
Un hambriento final de bestias y epitafios.
Vemos un ejército de polillas al sol eclipsar
Y un anillo de cometas a la luna violar.

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