Dorothy;
háblame de esos vientos a tu alrededor,
El
polvo se hace sal viva de esa mar
Y
difusa te veo hacia el oleaje del horizonte.
Te
marchas con tu falda rota
Y
con el barro sobre tus medias.
Dorothy;
en qué mundo has dio a parar,
Te
lengua se ha templado cuan vidrio al invierno
Y
se trizan tus aullidos bajo la sonrisa de la luna.
Siento
que tu frente oculta un mar de llamas
Y
no quisiera ser esos versos desesperados por huir en cenizas.
Mi
voz no te toca desde esta zanja,
Lejos
has huido de Maipú.
Niña
de rizos; escarpas laderas rocosas
Bajo
la luz amarillenta de faroles oxidados,
Levantas
los ojos al cielo en busca de estrellas,
Pero
se ha ceñido un nailon agujereado
Sobre
esa casucha de mundo que recorres,
El
calor de la ampolleta veraniega te empapa
Y
penosa ves que no has encontrado un corazón a tu padre.
Niña
de acuarela; qué rincón es este de la memoria
Al
que te ha traído la mortadela amarilla de la bruma,
Tiritas
junto al brasero porque ahora un sol blanco de invierno
Parpadea
sus vientos por tus ventanas
Y
ya no hay corazón que resista el azote del herrero.
La
hojalata que debía resguardar tus sueños cae sobre tu piel
Al
caer la noche y penosa ves que no hay cerebro para tu madre.
Fugitiva
de la noche; dulces se veían las flores en tu cabello
Antes
de que el caldero alquímico las hiciera té
De
corceles y pesadillas por tu lengua
¿Por
qué buscar que los vientos te cantaran horrores de otro mundo
Si
ya tantos bramidos tenemos en esta misma zanja?
Dorothy;
aun así deseo conocer el valor de tu viaje,
Dame
tu mano y ayúdame a creer que los quiltros
Volarán
junto a nosotros hacia esos castillos nebulares
Que
más allá del río zanjón chocan con el horizonte,
Dame
tu mano y llévame hacia ese desagüe,
Puede
ser que alguna vez ya no volvamos
Y juntos lejos de Maipú nos resguardemos en
fantasías esmeralda.
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