Por momentos

Cuando los astros ya no titilan y el calor primaveral de la noche es mi única compañera. Es cuando más te necesito, cuando más te extraño y rememoro nuestros mejores momentos.
Cosa muy rara es despertar una mañana de octubre y luego de largos 200 días darme cuenta por fin, o asumir mejor dicho, que ya no volverás, que "esto" ha muerto. Y a la vez me libra de una eterna espera en llanto por ti, pero me ata a una nueva nostalgia por el nuevo camino que emprendo ya sin tu sombra en mi mente, mas una parte arraigada queda en el fondo de mi ser que te sigue llamando, pero te repito ya he asumido que definitivamente ¡No volverás!
No vendrás porque ya no existes, a quien le hablo ha desaparecido, y lo que llamas tu existencia es sólo un patético rastro de lo maravilloso que fuiste, o lo maravilloso que te idealicé.

Me avergüenzo de lo que soy o en lo que me transformé. Ahora otras pasan y me idealizan a mi, me gustaría decirles; lo poco que dejaste es un despojo de hombre, un proyecto de romántico (fracasado) y una fachada hueca como una concha sin capacidad de comprometerse al sentimiento. Pero al tiempo que se han percatado ya es muy tarde, y como me pecaste es como castigo a otras, de esto me avergüenzo, pero así soy.

Aunque he avanzado y cada día estoy mejor. Estoy siendo otro hombre que no me interesa jactar si tú no estas a mi lado. Por eso quizás otras no pudieron retenerlo.
Este hombre era un regalo para ti, que tanto esperaste durante 22 meses. Y ahora que está aquí tú has cerrado la reja.
Es que te confieso; aún bajo por avenida sur, y al pasar por tu reja me quedo detenido 5, 10 o 20 segundos contemplando la puerta a la que tantas veces te fui a dejar, me dabas un beso y yo me iba a mi casa.
Ahora ya no hay beso ni casa.

Tu reja está cerrada al igual que mi corazón, y ahora que lo pienso nunca tuve la llave a tu calle, tal vez tampoco la de tu corazón.
Y no por mucho pasar se abrirá, no por mucho escribirte volverás, no por cambiar me querrás otra vez y no por mucho despedirme lograré que te vallas, pues luego de cada despedida…


Siempre quedo deseando otra.