martes, 8 de junio de 2010

Cosmic sea

Se sostenía apenas de pie en la orilla de la carretera, esperando que alguien con buena voluntad quisiera llevarlo con él, tenía mucha paciencia y eso se notaba por el prolongado periodo de tiempo que ya acumulaba ahí inerte, esperando bajo la lluvia que algún destello de luces le anunciara la próxima venida de la compañía ansiada.
Le alentaba saber que no estaba sólo, aunque él no pudiera verlos, había centeneras, quizás miles de otros desafortunados abandonados, ahí tan cerca de él, también esperando un aventón.
Aunque el frío le impidiera concentrarse en muchos detalles, tenía la impresión de que todos se movían, se movían en círculo alrededor de la carretera. Él por supuesto no había movido un pie desde que tenía memoria, pero aun así, no podía dejar de sentir dos cosas por sobre las demás, la incesante lluvia molesta sobre su cabeza y un mareo perpetuo, señal de que ¡debían estar moviéndose!

Un día, en el equinoccio de primavera (marcado en la tierra por este humilde testigo de la historia narrada) un alocado conductor desenfrenado desvió su curso normal, probablemente era una mujer al volante. Desbocó sobre las protecciones a la orilla de la carretera chocando y arrojando lejos de sí a muchos de los solitarios espectadores bajo la lluvia, cuando al fin logró detenerse ni siquiera salió de su vehículo a pedir disculpas o ver si alguien había sido lastimado, sólo logré entre ver tras su parabrisas una sonrisa, la sonrisa de una culpable que no tiene mayor remordimiento y más quiere reír que llorar.
Cuando al fin logró retomar su curso, por la ventanilla sacó su cabellera y esta se extendió por una línea difusa aún más grande que su transporte.
El pobre protagonista de nuestra historia no salió lastimado por el desboque de nuestra conductora, pero sí estaba lo bastante cerca, lo suficiente como para fascinarse al igual que yo por la belleza de esta prolongada cabellera. Nuestra loca viajera no podía verme, el mojado imberbe en la carretera tampoco, ambos ignoraban mi existencia pero yo a ellos los estudiaba.

Mientras ella tomaba velocidad otra vez, ninguno de los solitarios en la carretera intentó si quiera pedir un aventón ¿quién se hubiera atrevido?, yo no confiaría en una mujer que conduce así ¿lo harían ustedes? Pero nuestro intrépido protagonista parecía tomar confianza en si mismo, creo se había orinado en sus pantalones (no sé si de la emoción o el miedo), pero ya se veía decidido a arrojarse en la persecución de esta viajera y ¡forzarla si fuera necesario! Para que esta lo dejara acompañarla.

En el espacio todo tiempo (relativo o no) es crucial, un parpadeo equivale a seis vueltas a la tierra sobre un haz de luz y dos parpadeos son ver a la viajera ya de la mano con otro desgraciado, ya lejos, ya rápido, ya fugaces.




_La carretera: cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
_La viajera de larga cabellera: cometa en su origen griego quería decir “cabellera”, estrellas de larga cabellera cuando aún no se sabía que no eran estrellas.








s.

1 comentario:

lichazul dijo...

buen paralelismo y analogía entre la carretera y su accionar y lo que sucede en el concierto estelar

felicitaciones

besitos de luz