domingo, 25 de abril de 2010

Confortable

El marinero era un hombre tosco, vulgar y avejentado. A pesar de sólo tener 24 años; el duro trabajo, las horas extenuantes, la lejanía de la tierra y la brisa salada le habían carcomido su juventud, haciendo de su piel una página perdida en un libro de tintes amarillos.

Después de cada larga jornada, que comenzaba al amanecer y terminaba en el crepúsculo, buscaba conforte en el bar del pueblo, un lugar de olores variados y pintura monocromática. Una residencia del conformismo y la aceptación de la vida difícil, ahí iban a recaer todos los criminales de Ocksfird, o al menos así lo sentía el marinero. Todos ellos eran cazadores en búsqueda de víctimas en el mar.

Esa noche de cansancio, no era en particular muy diferente a tantas otras que había tenido, la misma casucha con sus vidrios multicolores, paredes grises y velas de pirata sobre el dintel de la puerta, dando poca luz, casi acrecentando las penas y dolores de todos los visitantes.

Siempre eran hombres, con escamas respirando por ellos, con un vaso de vino entre sus dedos, tratando de matar el frío que los corroía, porque el frío del mar te persigue hasta tu lecho.

Esa noche, esa noche en especial ella cruzó bajo las velas dejando una estela de perfume, todos voltearon raudamente, no era frecuente que una mujer soltera o casada fuera a ese lugar. Quizás alguna esposa cansada de esperar al marido en casa pensaron algunos, tal vez una hija haciendo el pedido de la madre, traer el padre borracho al hogar para que este no fuera una vez más a la mar desbocado y desnudo. Pero nadie calculó la simple posibilidad de que una mujer podía tener penas también, problemas, de vez en cuando ellas también podrían necesitar un vaso de vino escurriendo entre sus dedos.

El marino hipnotizado vio como esa suave morena tomaba asiento no lejos de él y pedía algo que nadie más pedía, nunca: un vaso de ron.

Su piel reflejaba el calor de la suave luz, y a pesar de ser extrañamente hermosa, su rostro mostraba una angustia, un desgano y desconcierto que le daba un toque especial a sus movimientos, haciéndola más extraña, más hermosa pensaba Saúl.

Pensó en acercarse, conversar, ver qué la atormentaba, preguntarle por sus problemas y consolarla. No era lujuria se decía Saúl, claro él era un hombre solitario, siempre trabajando en el mar, con éste tan azul bajo él y el cielo rojo en la lejanía, se imaginaba a una mujer (a veces no tan bella como esa morena) junto a él en el bote, la llevaría hacia el horizonte y juntos se abrazarían, mientras las estrellas sobre ellos los saludaran y fundieran un nuevo mar de plata.
La lujuria era algo que se apoderaba de él efectivamente en esos desvaríos, pero esto era diferente. Saúl ahora algo menos soñador, sólo quería consolar a la morena.

¿Pero qué podría él decirle a ella? ¿Cómo podría consolarla, entenderla?

El marinero no comprendía lo que era tener una conversación con mujer alguna, conquistarla, consolarla, todas esas acciones lo superaban. Menos hablar de romanticismo, y si alguna “bonita frase” se ha escapado en este documento seguramente no salió de sus pensamientos, sería tan sólo el narrador votando el vino de su copa y su sentir sobre este relato, que no le compete tanto a él, como al marinero.

Si este tonto narrador pudiera susurrarle palabras al marinero, pudiera decirle exactamente lo que debiera decirle a la morena, podría este asunto haber tenido otro final.
Unos pocos segundos, que los consejos entraran como un bramido de sal proveniente de las olas a sus oídos, de escasos segundos la plegaría. Podría Saúl haber confortado en una nube de estrellas a la morena, pero eso sería demasiado fantástico.

El marinero compungido tomó su chaleco, miró furtivamente a la mujer que no podría olvidar más y salió veloz del bar. Sabía que esa noche no regresaría a su cabaña a orillas del mar, esa noche la pasaría en el bote viajando hacia ningún lugar, buscando respuestas y consejos que no le llegarían…

Sobre palabras dulces de conforte lunar para la morena.

2 comentarios:

Bel ♣ dijo...

Hubo una parte que sentí un toque de Unamuno cuando escirbió Niebla, lo cual me mató *-*

La mayoría del tiempo lo que escribes es por inspiración a alguien?

Un besito

Anónimo dijo...

Me llama tremendamente la atención que hayas escogido ron.
Por otra parte supongo que a "confortable" le faltan al menos dos capitulos, a menos que el narrador quiera otra cosa claro está.
Me gusto y la verdad no entiendo tu comentario de fotolog donde dices que ojala alguien le guste.
es muy gustable xD sobre todo porque se nota que el personaje, no es un personaje cualquiera, sino uno de estos que pensaran las cosas, les daran algunas vueltas y luego nos sorprenderan con sus actos.