viernes, 30 de abril de 2010

en la libreta

No quisiera tener que decírtelo tantas veces pero… Me gusta, me gusta, me gusta, gusta gusta gusta que me ignores de manera tan deliciosa.

Es tan curioso esto de la atracción. Hoy vi subirse a mi microbús al menos unas veinte chicas de las que pude haberme enamorado en tan poco tiempo, “que me prestarán sólo un poco de su atención” (eterno resplandor de una mente sin recuerdos) hubiera sido suficientes para darles todo lo que hay en mí. Todas eran muy bellas, claro que sí, ¿pero es eso suficiente para volver loco a un hombre? Cada una tenía cualidades especiales y mientras iban desfilando una tras otra me fui dando cuenta que iba encontrando una más bella que la otra. Cuando modeló la número veinte, ya no soportaba las ganas de lanzarme a recitarles poemas a todas ellas, una a una, ahí justo en medio de la micro. Hubieran pensado que era yo un loco, quizás de locos es no haberlo hecho.

¿Contigo las emociones y sensaciones serán algo parecidas o no?
Yo solía ser seguro de mis limitaciones, solía saber hasta donde podía llegar mi miedo. El problema es que tú no eres una chica más dentro de un microbús, las ganas de recitarte, bailarte, gritarte justo en medio de la calle no se me pasan tan rápido, de hecho son bastante persistentes las malditas ganas.
¿Debería zamarrearte para que sintieras algo?
Golpearte con teclas de piano en tu cabecita, hacerte trenzas con papelillos de cigarrillos, cantarte desafinadamente mientras bailo sin ritmo un tango, todas esas cosas estúpidas pienso, tú seguramente pensarás alguna otra idea más cuerda sobre cómo debe ser nuestra relación.

Es algo mejor que lo nuestro sea así, tan nada…
“Retardando el placer” (vanilla sky) de tenerte es como puedo escribir cosas que tanto disfruto, quizás tú no, pero gracias a tu indiferencia tan deliciosa es como me regocijo de estro entre mis sábanas antes de dormir. Tomo mi libreta negra junto a mi almohada y con un lápiz mina número dos voy fraseando, entre mis dedos se escurre una electricidad nacida de tu presencia en mi mente, una presencia que no me deja dormir, una vez que te he vertido en mi libretita ya puedo descansar, intentar reposar más en paz.
Escondida entre líneas, tapiada en tintes negros te dejo dormitar junto a mí.

Soy la mitad de lo que podría ser junto a ti, la mitad de lo que podrías pedir a cualquier hombre. Soy la mitad de una mitad inspirada.
Soy sólo una mitad hasta que te tengo dormida junto a mí, es entonces que me siento más pleno, aunque sea en blanco y negro que deba imaginarte, con tu cara enfadada y una voz apagada diciéndome…

BASTA!

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