Y yo era como un niño pequeño
Jugando con grandes historias,
Un reflejo trepidando en la laguna;
De la luna, de las nubes y su memoria.
La vida era más dulce y más simple
Ahí junto a la avenida, jugando con las rocas,
Recolectando tierra en los bolsillos
Y un par de lombrices en mi boca.
Los paseos eran dormitantes bajo luces tibias,
De tantos atardeceres recogidos en una carretera;
Donde jugaban los niños, donde jugaba la inocencia
Y parecía que con un dedo derribábamos la cordillera.
Éramos eternos pues no conocíamos el tiempo
Y la muerte no conocía nuestras conciencias,
No teníamos para tantos problemas sentencias
Ni la necesidad de decir “perdón” por esto que siento…
Por todas estas cosas que bien adentro estoy sintiendo.
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