domingo, 5 de septiembre de 2010

Vincent

Él se fue con el viento entre las estrellas,
Se fue viajando como un cometa por el espacio,
Nos dejó su brillante estela formada por versos
Y un mar herido, sangrante por su ausencia.

En un atardecer rojizo de hace cien años
Se posó en los tejados de nuestra selva,
Escucharon su canto las estrellas,
Celosas vinieron danzando en su búsqueda.

Las costas exhalaban un jadeo de plata,
Los cristales se trizaron al él partir,
El mundo entero bramo su último viaje
Y las aves intentaron seguirlo alto en su asenso.

Tuvo uno y mil nombres de trueno,
Como los dioses y sus universos lejanos,
Tuvo una y mil rosas floreciendo
A la orilla de cada carretera desértica.

Llevaba siempre un paracaídas azul,
Un arco de flechas fosforescentes,
Una gorra de plumas nobles y sonoras,
La vida entera en el suspiro de la luna.

Ahora, cada noche planetaria y susurrante,
De cada cosmos nos llega un eterno eco
Que viajando esparce su voz luminosa,
Que nos recordará por siempre al escultor del universo.

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