miércoles, 21 de enero de 2009

!Es patético!

Me pediste que no lo publicara, pero tú y la demás gente debe entender, que es sólo un cuento…




Han pasado cuatro años, lo sigo repitiendo pensando que me ayudará a superarlo, que no he oído tu voz en tanto tiempo, que ya no he clavado mi mirada en tus ojos desde que peleamos aquella vez. En la que te pedí… supliqué que volvieras conmigo, que todo me daba igual, yo estaba dispuesto a perdonarte todo siempre y cuando me volvieras a acompañar, yo pudiera disfrutar de tus besos y caricias otra vez, por siempre.
Pero me rechazaste y otra vez me humillé por ti, me dijiste que lo nuestro había terminado hace un año y no había vuelta atrás, ya no sentías nada por mí y lo mejor era seguir cada uno su camino, cortar comunicación definitivamente y no hacernos más daño. Me arrastré y supliqué, fue la última vez que lo hice, pero definitivamente fue la más dolorosa y patética.
Desde entonces otras han pasado y mi vida ha seguido con cierta normalidad; mujeres, trago, universidad, libros, etc… de mucho he logrado y hecho, menos olvidarte.
Y cuando camino solo por las calles, como hoy por alameda es cuando tengo tiempo para pensar, recordar y volver a extrañarte, es ¡patético! Porque pienso que después de tanto tiempo tú ya no debes gastar tiempo en mí, ni en recuerdos buenos o malos, tu vida ha seguido mucho mejor que la mía de eso estoy seguro.
La mayoría del tiempo reflexiono cómo sería encontrarte en la calle, cuál sería mi reacción. ¿Me atrevería a saludarte? ¿Iríamos a tomar un café y hablar? ¿Sería lo correcto pedirte disculpas por todo el daño otra vez? ¿Qué sentiría por dentro? Me daría cuenta de que mi amor es más grande ahora que nunca o sería un despertar y despegar de aquella obsesión para seguir con mi vida por fin.
Algunas veces vago cerca de tu casa (si es que aún vives en Maipú) o por cualquier calle y creo verte, acercándote, alejándote o con alguien de la mano, luego me doy cuenta de que es una simple ilusión y esa es otra con otro de la mano tan felices como tú y yo deberíamos ser ahora.
¡Es patético y lo sé!, pero hoy con pleno sol dando en mi cara llegando al metro universidad de chile me he prohibido seguir cayendo en esas ilusiones, y aunque estemos en abril nuestro mes del amor, no voltearé ni pretenderé confirmar si eres tú quien viene frente a mí, sólo quiero entrar al metro y perderme hacia mi casa. Pero esa que veo caminando hacia mi es demasiado tú, en apariencia y esencia, es un ángel cualquiera y casi igual a mi recuerdo, pero seguiré adelante, ¡lo juro! Es solo una ilusión y ojala la última.
Pero esta maldita ilusión me toma de la mano con una sonrisa malévola y bendita, tal como la recuerdo, tal como la recuerdo…

Ella _Hola
Él _Hola (casi tartamudeando)
Ella _cuanto tiempo
Él _demasiado
Ella _ ¿qué cuentas?
Él _Mucho en realidad, ¿vamos a tomarnos un café?
Ella _voy un poco apurada, pero vamos.

Mientras caminamos e intercambiamos informaciones vagas e inútiles voy sintiendo que todo esto es un error, apenas me saludó debí salir corriendo como un soldado que prefiere otra guerra, porque de esta no sobreviviré. Es que verla me ha removido toda la psique, aún creo amarla, aún sigo deseándola, aún quiero compartir con ella cada momento de mi día y se ve tan linda hoy, ayer y mañana.
¡Es patético! Ella quiere seguir su camino y yo la he comprometido con un café en un día de treinta grados a la sombra.
Entramos al fin en un café corriente casi llegando a moneda, nos sentamos y pedimos rápidamente para acabar con el momento incómodo. Voy diciéndome que lo único que vale la pena confesarte es que te quiero, que estos cuatro años no te he podido sacar de mi mente y te quiero en mi vida de nuevo. Pero me callo todo esto, porque a estas alturas ya no serviría, cuantos abran pasado por ti y si en un año de separación cambiaste hasta hacerte irreconocible no quiero ni imaginar como serás ahora, una desconocida cualquiera.
Me mira tiernamente (la maldita) y me cuanta de su vida, de su familia y todos esos detalles, pero mientras algunas gotas de sudor bajan por su frente soy llevado cinco años al pasado, cuando las gotas no solo bajaban por tu frente, sino por todo tu cuerpo y mi piel era su contraparte que chocaba contra la tulla una y otra vez. Acostados en mi vieja cama en un día de abril como hoy bajo treinta grados de calor, dándonos más calor y amor, empapados hasta más no poder y con la música al máximo, pues escuchar nuestra propia sinfonía hubiera sido aún más pecaminoso. Días como eso son los que no puedo sacar de mi mente al despertar, al mediodía y al intentar dormir. Ahora contigo al frente tan bella y tan madura ¿Cómo me pides que me controle?
Me levanto sagazmente y me coloco a tu lado, me miras extrañada y no sabes que pasa. Te tomo del brazo, te levanto y te beso largamente, esos besos que tanto nos gustaban, mientras más tiempo pasábamos sin dárnoslos eran más largos, más húmedos y dolorosos. Después de cuatro años fue casi matarnos del placer hay en medio de un café en moneda, pero yo no quería acabar ahí…
Salimos casi corriendo del local y sabemos donde vamos, tomamos una micro cualquiera, la que sea y seguimos besándonos. Yo te llevo y tú te dejas llevar directo a mi casa. Ese día estoy solo, lo sospechabas.
Al entrar a mi pieza te quedas detenida y extasiada ante una verdadera máquina del tiempo, mi habitación sigue siendo el reflejo de un romántico soñador y te das cuenta de que en cuatro años no he avanzado nada, ¡nada!
Te tomo con rabia y te desvisto, mientras te voy besando vas soltando esos gemidos que tanto extrañé, voy viendo que has adelgazado y tu vas viendo que yo he tomado cuerpo. Te aseguras de que mi trasero siga donde siempre estuvo y yo taso tus pechos para asegurar que otros no los han descolocado, mientras te empujo a la cama y te sigo besando te pregunto lo mismo de siempre; ¿Con cuántos más has estado? ¿Te has vuelto a enamorar? ¿Has besado o has estado con más mujeres?
Me contestas todas las preguntas instantáneamente y las respuestas más desagradables y dolorosas son las que más me excitan y me prenden, por eso te castigo y sientes ese castigo por todo tu cuerpo como una bendición acompañada de tu sinfonía a cada momento más y más fuerte hasta ya no poder más.
Ahora tú me desvistes a mí y me montas, te gustaba tanto estar arriba eso lo recuerdo. Pero ahora me dominas con más fuerza de la que recuerdo y tus preguntas son las que me invaden ahora. Te las respondo todas con sinceridad y las respuestas que más te duelen son las que más te encienden.
Estamos todos empapados como hace cinco años y crees que he acabado, que volver a entrar en ti como un treinta y uno de octubre me vasta pero no es así. Debo darte el mayor castigo por no dejarte ver en cuatro años y osar seguir con tu vida tan plenamente.
Te tomo de la cintura y te doy vuelta, pretendes negarte pero te conozco y es lo que también quieres, boca abajo en mi cama respiras tímida y nerviosa, vuelvo a penetrarte por donde más me gustaba a mí y a ti igual, aunque lo negabas. Es que esta posesión era dominante y sólo cuando te dominé estuvimos bien.
Reboto y reboto, doy y doy más, ahogo tus gritos en mi almohada y cuando acabo dentro de ti te dejo un regalo. Me acerco a tu oído y te digo la verdad, esa única real y es que aún te amo…

Después de hacer esta confesión me despierto en mi tina, llevó media hora en la ducha con el agua caliente al máximo. Me encuentro sentado con el agua desbordándose, mi mano en tu posesión y mi regalo regado en el agua y rodeándome.
¡Es patético! Pero después de ocho meses separados lo único que me hace llegar a las nubes es una fantasía tuya, de dos, tres y a veces cuatro años.
Es patético, una fantasía tuya, al fin y al cabo siempre una fantasía tuya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó , quizá un poco sexual , quizá un poco to much . Por lo general no me agradan ese tipo de escrituras , mejor dicho su final.

Piensa con la cabeza fría , porfavor!