jueves, 15 de enero de 2009

A la media noche

Su piel era suave, demasiado suave para ser verdad, y mientras la tocaba se daba cuenta de lo fría que estaba en realidad. Le molestaba que su rostro dijera lo contrario, que su rostro esbozara una sonrisa, una bella tajada lado a lado mostrando alegría, jubilo y con todo eso ella seguía fría.
Él se preocupaba de hacerle recordar viejos tiempos, que ella viera su sonrisa también mostrando felicidad interna, pero con todos sus esfuerzos ella seguía inerte ahí entre sus manos. Por más que la acariciara, besara y dijera bellas palabras al oído, Antonia seguía lejana, como en otro lugar y en otro tiempo.
Todo esto claro le preocupaba y molestaba, es que pocas veces ella se había resistido a sus caricias, a sus arrumacos con tanta pasión y en esta noche que él tanto la necesitaba, Antonia parecía más esforzada que nunca en mostrar una indiferencia fría y petrificada. Sin dejar de sonreír la maldita, ¿pero por qué sonríes? Si ya no nos queda nada más que los recuerdos y el dolor.
¿Qué quiere mostrarme tu sonrisa? Tan cálida a la vista, pero tan fría al tacto y eterna a la melancolía. ¿Pretendes decirme que estás mejor sin mí? ¿Que tu vida ya tiene nueva luz y mis caricias te apestan?
Si es así quita esa sonrisa bastarda de tu rostro, no pretendo seguir torturándome y no pretendo seguir teniéndote entre mis dedos si ya no lo deseas.

Al momento de decir esto, Andrés prendió fuego y lanzó a las brazas a Antonia.
Andrés no pudo quitarse en toda la noche una sonrisa fría, inerte y melancólica. Para siempre volvería a él esa sonrisa, siempre que recordara como ardió esa noche la última fotografía de Antonia que conservaba, esa donde salía tan bella y tan sonriente…

2 comentarios:

Torres Belén fernanda. dijo...

hola (: soi la niña ke le gusto tu blog :B

:D saludos

AnGeLa[!]* dijo...

q trsite